El Tesoro de la Amistad



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivían tres amigos inseparables: Lía, una niña valiente y curiosa, Tomás, un chico inteligente y un poco reservado, y Sofía, una soñadora llena de ideas. Un día, mientras jugaban cerca de un viejo roble, encontraron un mapa arrugado que parecía muy antiguo.

"- ¡Miren! ¡Un mapa del tesoro!", exclamó Lía emocionada.

"- Puede ser solo un dibujo", dijo Tomás, frunciendo el ceño.

"- Pero ¿y si no lo es? ¡Debemos seguirlo!", respondió Sofía, con sus ojos brillando de emoción.

Los tres amigos decidieron que no podían dejar pasar la oportunidad y, armados con el mapa y una mochila llena de provisiones, se pusieron en marcha. Al principio, siguieron caminos conocidos, pero pronto se encontraron en un sendero que no habían explorado antes.

“- ¿Estamos seguros que es por aquí? ”, preguntó Tomás mientras observaba el mapa con preocupación.

“- ¡Claro! El mapa dice que debemos cruzar el puente de madera! ¡Vamos! ”, animó Lía, con su espíritu aventurero.

Al llegar al puente, se dieron cuenta de que estaba en muy mal estado. "- No sé si es seguro cruzarlo", dijo Tomás, mirando las tablas astilladas.

“- Si nos apoyamos unos a otros, podremos pasar, ¿no? ”, sugirió Sofía, recordando que siempre habían superado dificultades juntos.

“- Tenés razón. ¡Vamos a intentarlo! ”, respondió Lía con determinación. Se tomaron de las manos y avanzaron con cuidado, apoyándose mutuamente. Al llegar al otro lado, todos celebraron su victoria.

“- Eso fue emocionante, pero necesitamos tener más cuidado”, dijo Tomás, aliviado.

Continuaron su camino adentrándose en un bosque espeso. En su búsqueda del tesoro, comenzaron a encontrarse con obstáculos. Una espesa neblina cubrió el sendero, y Lía sintió un poco de miedo. “- Estoy asustada. No veo nada”, dijo con la voz temblorosa.

“- No te preocupes. ¡Estamos juntos! No dejemos que el miedo nos detenga”, afirmó Sofía.

Con esas palabras de aliento, decidieron seguir adelante. A medida que avanzaban, la niebla comenzó a despejarse, y llegaron a un claro donde encontraron una piedra enorme con inscripciones extrañas. Tomás, que había leído sobre símbolos antiguos, comenzó a descifrar el mensaje.

“- Dice que el tesoro se encuentra donde nace la luz”, comentó, mirando a sus amigos. “¡Eso debe ser una referencia a la colina! ”

“- ¡Vamos! ¡Eso es lo que buscamos! ”, exclamó Lía, entusiasmada.

Al llegar a la colina, observaron el sol comenzando a ocultarse, formando hermosos destellos oro en el horizonte. En la cima, encontraron un cofre antiguo cubierto de hiedra. "- ¡Lo logramos!", gritó Sofía, emocionada.

Al abrir el cofre, lo que vieron no fue oro ni joyas, sino un libro lleno de historias y aventuras. “- ¿Esto es el tesoro? No entiendo”, dijo Tomás, decepcionado.

"- ¡Es más que eso!", interrumpió Lía. “- Este libro contiene las historias que podemos compartir. Las aventuras que viviremos juntos y los momentos que forjarán nuestra amistad”.

Los tres amigos se sentaron en la cima de la colina, leyendo y riendo juntos mientras el sol se ponía. Comprendieron que el verdadero tesoro no eran las riquezas materiales, sino los momentos compartidos y la amistad que habían construido.

“- Estoy tan feliz de tenerlos a ustedes”, dijo Sofía con una gran sonrisa.

“- Y yo también, nuestra amistad es única”, respondió Lía.

“- Aprendí que juntos somos más fuertes”, concluyó Tomás, mientras cerraba el libro.

Desde aquel día, el Tesoro de la Amistad fue su libro sagrado lleno de sueños y lecciones por vivir. Y cada vez que miraban al cielo al atardecer, recordaban que la verdadera aventura estaba en ser amigos y acompañarse en cada paso del camino.

FIN.

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