El Tesoro de la Amistad
En un pequeño pueblo, tres amigos inseparables, Lía, Tomás y Pato, pasaban sus días explorando el bosque que rodeaba su casa. Un día, mientras seguían un sendero cubierto de hojas doradas, encontraron una misteriosa cueva. Al entrar, vieron un brillante cofre dorado.
- ¡Miren esto! - exclamó Tomás, con ojos deslumbrados. - ¡Podría tener muchísimo oro!
- O también podría estar lleno de sorpresas - añadió Pato, curioso.
- ¡Vamos a abrirlo! - dijo Lía, emocionada.
Con mucho esfuerzo, los tres amigos lograron abrir el cofre. Dentro encontraron monedas de oro, joyas y un mapa antiguo que parecía señalar un lugar aún más misterioso en el bosque.
- ¡Esto es impresionante! - gritó Tomás, ahora más entusiasmado que nunca.
- Pero, ¿qué hacemos con todo esto? - preguntó Lía, comenzando a sentir un leve malestar.
- ¡Podríamos venderlo y comprar un montón de cosas! - sugirió Pato.
Los tres amigos comenzaron a discutir.
- ¿No crees que sería más justo que lo compartamos? - interrumpió Lía. - Este tesoro no es solo mío.
- Pero si lo compartimos, no tendremos tanto cada uno - se quejó Tomás.
- A mí me gustaría ayudar a los demás con esto - agregó Pato.
Los tres se miraron, cada uno con pensamientos diferentes. En ese instante, un viejo búho, que parecía estar escuchando, se posó cerca de ellos.
- ¿Por qué tan tristes, jóvenes amigos? - preguntó el búho.
Los chicos le contaron sobre el tesoro y su dilema ético.
- ¿Qué es lo que más valoran ustedes en su amistad? - preguntó el búho.
- La amistad, por supuesto - respondió Lía con confianza.
- Y la justicia - agregó Pato.
- La empatía también - dijo Tomás pensando en su familia.
El búho reflexionó y luego dijo:
- Si deciden estar juntos y compartir sus hallazgos, no solo estarán haciendo lo correcto, sino que también reforzarán su unión.
- ¿Y si cada uno se queda con una parte? - sugirió Pato.
- O las utilizamos para ayudar a quienes lo necesiten - respondió Lía.
- Así todos ganan - sonrió Tomás.
Los amigos miraron el tesoro e inspirados por la sabiduría del búho, decidieron dividir las joyas y el oro. Con el mapa, planearon una expedición para ayudar a quienes vivían en el pueblo, que a menudo carecían de lo necesario.
Con el tesoro, pudieron ayudar a reparar la escuela y a comprar materiales para los niños que no podían asistir.
- ¡Qué felicidad! - exclamó Lía.
- Y todo gracias a que decidimos actuar como amigos - agregó Tomás.
- Aprendimos que compartir y ayudar es mucho más valioso que cualquier tesoro - concluyó Pato.
Y así, el viejo búho sonrió al ver que los amigos habían elegido la amistad, la empatía y la justicia por sobre el oro.
Moraleja: "El verdadero tesoro se encuentra en la amistad y en la generosidad hacia los demás."
FIN.