El Tesoro de la Amistad



En un pequeño pueblo de Argentina, vivía un niño de 12 años llamado Lucas. Lucas era un niño curioso y travieso, conocido por tener una gran imaginación. Siempre le gustaba explorar y buscar aventuras. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró un brillante rompecabezas que parecía estar perdido. Era de un amigo suyo, Tomás, que lo había dejado caer mientras jugaban la semana anterior.

"¡Mirá lo que encontré!" -exclamó Lucas, sosteniendo el rompecabezas.

"Eso es de Tomás, ¿no?" -le respondió su amiga Sofía, que estaba con él en el parque.

"Sí, pero está tan lindo... Quiero quedármelo!" -dijo Lucas con un brillo en los ojos.

"Pero Lucas, sabemos que no es tuyo. Mejor devolvéselo, él estará feliz de recuperarlo." -insistió Sofía, pensando en el sentimiento de Tomás.

Al principio, Lucas no estaba convencido. Sin embargo, la idea de que Tomás se sintiera triste por su rompecabezas perdido lo hizo reflexionar. Al día siguiente, decidió llevarlo a la escuela para devolverlo. Cuando encontró a Tomás durante el recreo, sintió un nudo en el estómago.

"¡Tomás!" -gritó Lucas.

"Hola, Lucas. ¿Qué pasa?" -preguntó Tomás con curiosidad.

"Encontré esto en el parque. Es tu rompecabezas, ¿verdad?" -dijo Lucas, extendiendo su mano y entregando el juguete.

Los ojos de Tomás se iluminaron de alegría. "¡Sí! Era mi rompecabezas favorito. ¡Te lo agradezco mucho!" -exclamó, dándole una fuerte palmada en la espalda.

Aunque Lucas sintió una punzada de tristeza por no tener el rompecabezas para él, la sonrisa de Tomás lo llenó de una felicidad especial.

"Quiero que seas parte de mi tesoro, Lucas. ¿Qué te parece si luego jugamos juntos con el rompecabezas?" -sugirió Tomás.

"¡Sí, claro! Me encantaría!" -respondió Lucas, sintiendo que había tomado la decisión correcta.

Desde ese día, Lucas entendió que el verdadero tesoro no era tener cosas que no eran suyas, sino compartir momentos con amigos y hacerlos sentir especiales. Las tardes en el parque se volvieron mágicas, lleno de risas y juegos juntos, y cada vez que armaban el rompecabezas, sabían que había un trozo de su amistad en cada pieza.

La historia de Lucas se convirtió en un ejemplo en su escuela, donde él y sus amigos decidieron crear un rincón de juegos en el parque donde todos pudieran compartir sus juguetes y jugar juntos. Así, Lucas aprendió que la amistad y la generosidad valen mucho más que cualquier objeto, y que lo que realmente importa es el tiempo que pasamos juntos, haciendo recuerdos inolvidables.

FIN.

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