El tesoro de la amistad



Había una vez una niña llamada Laura que vivía en un pequeño pueblo en las montañas de Argentina.

A Laura le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas, por lo que siempre se aventuraba en el bosque cercano a su casa. Un día, mientras caminaba por el bosque, Laura encontró un mapa antiguo debajo de un árbol. El mapa mostraba la ubicación de un tesoro escondido en lo más profundo de las montañas.

Emocionada por la idea de encontrar un tesoro real, Laura decidió seguir el mapa y comenzar su gran aventura. Laura se adentró en el espeso bosque y siguió las indicaciones del mapa.

Después de horas de caminar y escalar rocas, llegó a una cueva oscura. Con valentía, entró en la cueva y descubrió un camino subterráneo secreto. Mientras avanzaba por los oscuros pasadizos subterráneos, Laura notó algo brillante en la distancia.

Se acercó cautelosamente y vio dos ojos amarillos brillantes observándola fijamente desde las sombras. Para su sorpresa, ¡era un puma! - ¡Hola! -dijo Laura con voz temblorosa-. No quiero hacerte daño, solo estoy buscando un tesoro perdido. El puma parecía entenderla y comenzó a moverse lentamente hacia ella.

Sin embargo, para sorpresa de Laura, no era para atacarla sino para guiarla hacia el tesoro. - ¿Me estás ayudando? -preguntó Laura incrédula. El puma asintió con la cabeza y comenzó a caminar por los pasadizos subterráneos.

Laura lo siguió con confianza, sabiendo que tenía un compañero inesperado en su búsqueda del tesoro. Juntos, Laura y el puma superaron obstáculos y resolvieron acertijos para llegar al final del camino.

Finalmente, llegaron a una enorme sala llena de oro y joyas brillantes. - ¡Lo encontramos! -exclamó Laura emocionada-. ¡El tesoro perdido! Laura estaba tan feliz de haber encontrado el tesoro, pero también se dio cuenta de algo importante.

A pesar de la emoción de las riquezas materiales, lo más valioso era la amistad que había desarrollado con el puma. - Gracias por ayudarme -dijo Laura mientras acariciaba al puma-. Nunca olvidaré esta increíble aventura juntos.

El puma asintió y parecía estar igualmente agradecido por la amistad que había encontrado en Laura. Juntos, salieron de la cueva y regresaron al bosque donde se separaron con un abrazo cariñoso.

A partir de ese día, Laura siguió explorando las montañas pero ahora siempre tenía en su corazón el recuerdo de su amigo puma. Aprendió que los tesoros pueden encontrarse tanto en objetos materiales como en amigos inesperados que hacen nuestras vidas más especiales.

Y así fue como Laura vivió su gran aventura en busca del tesoro perdido junto a un leal compañero felino. Desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba cómo encontró aquel valioso tesoro, ella respondía: "Fue gracias a mi amigo puma".

FIN.

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