El tesoro de la amistad en el arcoíris



Había una vez en un pueblo llamado Tejedor, donde siempre llovía y el sol brillaba al mismo tiempo.

En este mágico lugar vivía un niño llamado Mateo, quien soñaba con encontrar el tesoro escondido al final del arcoíris que aparecía después de cada lluvia. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Mateo se encontró con una anciana muy sabia llamada Abuela Rosa.

Ella le dijo que en lo más alto de la montaña vivía Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris, un ser legendario capaz de conceder deseos a aquellos que lo encontraran. Emocionado por esta noticia, Mateo decidió emprender un viaje hacia la cima de la montaña para conocer a tan maravilloso personaje.

Durante su travesía, Mateo enfrentó varios desafíos como cruzar ríos caudalosos y escalar empinadas colinas, pero nunca perdió la esperanza de llegar hasta Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris.

Finalmente, luego de mucho esfuerzo y determinación, llegó a la cima de la montaña donde vio una figura brillante y colorida entre las nubes. "¡Hola! Soy Mateo y he venido a conocerte", exclamó emocionado el niño. El ser multicolor sonrió y respondió: "Bienvenido, querido Mateo.

Soy Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris y estoy aquí para cumplir tu deseo más profundo. ¿Qué es lo que anhelas?""Deseo encontrar el tesoro escondido al final del arcoíris", dijo Mateo con determinación.

Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris asintió con ternura y extendió sus manos hacia el cielo. De repente, un arcoíris gigante apareció frente a ellos y comenzaron a caminar sobre los colores brillantes hasta llegar a su extremo más lejano. Allí encontraron una caja dorada adornada con gemas resplandecientes.

"Este es tu tesoro, Mateo. Pero recuerda que los verdaderos tesoros no siempre son materiales", dijo Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris mientras abrían la caja juntos.

Dentro había semillas mágicas que al plantarlas crecerían en árboles frondosos capaces de dar sombra en los días calurosos y refugio en las tormentas. Con lágrimas en los ojos por tanta generosidad, Mateo abrazó al ser luminoso antes de regresar a su pueblo cargando las semillas con cuidado.

Al llegar a Tejedor, todos se maravillaron al ver los árboles crecer rápidamente gracias a las semillas regaladas por Tejedor Pueblo Lluvia Arco Iris.

El pueblo se transformó en un lugar lleno de vida y color donde niños jugaban bajo la sombra fresca de los árboles mientras adultos compartían momentos felices rodeados de naturaleza.

Desde ese día, Mateo supo que había encontrado el verdadero tesoro: la amistad sincera, la gratitud por lo recibido y la alegría de compartirlo con todos quienes habitaban en su amado pueblo Tejedor.

FIN.

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