El tesoro de la amistad en el bosque



Esaú es un niño que vive en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre. Es un niño muy curioso y siempre está buscando aventuras emocionantes.

Un día, mientras jugaba en el parque, Esaú encontró un mapa misterioso debajo de un banco. El mapa parecía conducir a un tesoro escondido en el bosque cercano. Esaú no podía creer su suerte y decidió seguir el mapa para descubrir qué tesoro se encontraba allí.

Sin perder tiempo, Esaú corrió a casa para prepararse para la gran expedición. Se puso una mochila con agua, comida y una linterna, luego salió de su casa decidido a encontrar aquel tesoro.

Mientras caminaba por el bosque siguiendo las indicaciones del mapa, Esaú escuchó un ruido extraño detrás de él. Se dio vuelta rápidamente y vio a su amigo Lucas corriendo hacia él. "¡Esaú! ¡Espera por mí! También quiero buscar el tesoro", dijo Lucas emocionado.

Esaú sonrió y aceptó la compañía de Lucas en esta aventura. Juntos continuaron siguiendo las pistas del mapa hasta llegar a una cueva oscura. "Parece que el tesoro está aquí dentro", susurró Esaú mientras encendía la linterna.

Con mucho cuidado, entraron en la cueva y se adentraron aún más en lo desconocido. Pero de repente, oyeron unos gruñidos provenientes del fondo de la cueva. Ambos niños se asustaron mucho al ver dos grandes ojos brillantes acercándose lentamente hacia ellos.

"¿Qué haremos ahora, Esaú?", preguntó Lucas temeroso. Esaú recordó que había leído en un libro sobre animales del bosque que a veces los ojos brillantes pueden ser de un animal amigable. Decidió tomar coraje y enfrentar su miedo.

"¡Espera, no tengas miedo! Tal vez sea solo un animal curioso", dijo Esaú tratando de tranquilizar a Lucas. Cuando el animal estuvo lo suficientemente cerca, descubrieron que era una hermosa zorra llamada Zara.

Resulta que Zara también estaba siguiendo el mapa del tesoro y quería compartirlo con ellos. Zara se convirtió en su guía mientras exploraban la cueva juntos. Finalmente, llegaron a una sala llena de cristales relucientes y joyas brillantes. Era el tesoro más hermoso que habían visto jamás.

Pero en lugar de tomar todas las joyas para sí mismos, Esaú y Lucas decidieron dividir el tesoro en tres partes iguales: una para cada uno y otra para Zara como muestra de gratitud por haberlos ayudado.

Con sus mochilas llenas de tesoros y corazones llenos de alegría, los tres amigos salieron de la cueva y regresaron al pueblo.

Allí compartieron su historia con todos los habitantes y demostraron que trabajar juntos puede llevarnos a grandes aventuras y hacer nuevos amigos en el camino. Desde ese día, Esaú, Lucas y Zara se convirtieron en los mejores amigos del mundo.

Juntos vivieron muchas más aventuras emocionantes e inspiraron a otros niños a seguir sus sueños sin importar las dificultades que puedan encontrar en el camino.

FIN.

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