El tesoro de la amistad en UADE


Había una vez en la Facultad UADE, cinco amigas muy curiosas y entusiastas: Guadalupe, Abril, Victoria, Valentina y Valentina. Les encantaba explorar cada rincón de su facultad y descubrir lugares nuevos juntas.

Un día, mientras recorrían los pasillos en busca de aventuras, se dieron cuenta de que había un piso al que nunca habían ido. - ¡Chicas! ¿Vieron ese pasillo? Nunca lo habíamos notado antes.

¿Qué les parece si vamos a investigar qué hay más allá? - propuso Guadalupe con emoción. - ¡Sí! ¡Me encanta la idea! Seguro encontraremos algo interesante por ahí - exclamó Abril. Sin pensarlo dos veces, las cinco amigas se adentraron en el misterioso pasillo.

A medida que avanzaban, notaron que los murales en las paredes parecían contar una historia antigua y fascinante. - ¡Miren esto! ¿No es increíble? Parece que estamos en otro mundo - dijo Victoria asombrada.

Continuaron caminando hasta llegar a una puerta enorme con inscripciones extrañas talladas en ella. Sin dudarlo, Valentina giró el picaporte y la puerta se abrió lentamente revelando una habitación llena de libros antiguos y polvorientos. - ¡Wow! Esto es asombroso.

Nunca hubiera imaginado encontrar un lugar así aquí - expresó Valentina emocionada. Mientras exploraban aquel lugar mágico, escucharon un ruido proveniente del fondo de la habitación. Con valentía, decidieron seguir el sonido hasta descubrir una escalera oculta que conducía a un sótano aún más profundo.

- ¿Deberíamos bajar? - preguntó nerviosa una de las Valentinas. - ¡Por supuesto! No podemos dejar ninguna piedra sin voltear. Juntas somos invencibles - afirmó Guadalupe con determinación.

Con paso firme pero corazones latiendo rápido por la emoción del desconocido, descendieron por la escalera hasta llegar a una sala iluminada por antorchas donde encontraron un cofre brillante en el centro. - Este debe ser el tesoro guardado en lo más profundo de nuestra querida facultad UADE - susurró Victoria maravillada.

Al abrir el cofre con cuidado, descubrieron no oro ni joyas preciosas, sino diplomas simbólicos que representaban todo su esfuerzo y dedicación como estudiantes universitarias.

En ese momento comprendieron que el verdadero tesoro era el conocimiento adquirido durante su trayecto académico y las amistades consolidadas a lo largo del camino. - Chicas... este es nuestro premio por nunca rendirnos ante los desafíos y siempre apoyarnos mutuamente. Somos más fuertes juntas - expresó emocionada Valentina mientras abrazaba a sus amigas con cariño.

Así, entre risas y abrazos llenos de gratitud, las cinco amigas regresaron a la superficie llevando consigo no solo los diplomas simbólicos hallados en aquel lugar secreto sino también recuerdos imborrables de esta aventura inolvidable en la Facultad UADE.

Desde entonces sabían que no importaba cuán perdidas pudieran sentirse alguna vez; siempre tendrían a sus amigas para guiarlas de vuelta al camino correcto.

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