El tesoro de la canchita solidaria


Bautista y Matías eran dos primos inseparables que vivían en un pequeño pueblo llamado Villa Fútbol. Desde muy pequeños, compartían una pasión en común: el fútbol.

Pasaban horas y horas jugando juntos en la canchita del barrio, soñando con convertirse en grandes futbolistas algún día. Un día, mientras pateaban la pelota en el patio trasero de la casa de Bautista, encontraron un viejo mapa entre los arbustos.

Estaba lleno de pistas que los llevarían a un tesoro escondido. Emocionados por esta aventura inesperada, decidieron seguirlas. "¡Matías, tenemos que ir al bosque! Ahí es donde empieza nuestra búsqueda", dijo Bautista emocionado. Juntos se adentraron en el espeso bosque siguiendo las indicaciones del mapa.

Después de mucho caminar y sortear obstáculos como árboles caídos y zarzas espinosas, llegaron a una cascada misteriosa. "Mira Mati, ¿crees que el tesoro esté detrás de esa cascada?", preguntó Bautista intrigado.

Sin dudarlo, se acercaron a la cascada y descubrieron una cueva oculta detrás del agua cristalina. Dentro de ella había una serie de túneles oscuros iluminados únicamente por diminutas luciérnagas. "Tendremos que ser valientes para encontrar ese tesoro", susurró Matías con voz temblorosa pero decidida.

Con paso firme y corazón valiente, avanzaron entre los túneles subterráneos. De repente, escucharon un ruido extraño y se detuvieron. "¿Qué fue eso?", preguntó Bautista asustado. En ese momento, apareció un pequeño murciélago que los miraba con curiosidad.

A diferencia de lo que todos creían, el murciélago no era malvado ni peligroso; solo estaba perdido y necesitaba ayuda. Los primos decidieron ayudarlo a encontrar su camino de regreso a su hogar en el bosque.

Con paciencia y trabajo en equipo, guiaron al murciélago hasta la entrada del túnel principal. "Gracias chicos, sin ustedes nunca hubiera encontrado mi camino de vuelta", dijo el murciélago antes de volar hacia la libertad.

Continuando con su búsqueda del tesoro, Bautista y Matías siguieron avanzando por los túneles. Finalmente llegaron a una enorme sala llena de brillantes monedas de oro y joyas preciosas. Habían encontrado el tesoro escondido.

Sin embargo, en lugar de tomar todas las riquezas para ellos mismos, recordaron cómo habían ayudado al pequeño murciélago y decidieron compartir parte del tesoro con quienes más lo necesitaban en su pueblo: construirían una canchita de fútbol nueva para todos los niños del barrio.

Así fue como Bautista y Matías se convirtieron en héroes no solo por haber encontrado un tesoro escondido, sino también por su generosidad y espíritu solidario. Juntos demostraron que la amistad verdadera va más allá del fútbol y que siempre es importante ayudar a los demás cuando se necesita.

A partir de ese día, la canchita del barrio se llenó de risas y alegría, gracias a dos primos que nunca dejaron de soñar y compartir.

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