El tesoro de la concentración perdida
Martin era un niño curioso y lleno de energía. Le encantaba correr, saltar y explorar todo a su alrededor. Sin embargo, un día alguien le ofreció un baper, un aparatito que Martin no sabía, pero que pintaba emocionante. Desde ese día, Martin empezó a tener dificultades para concentrarse en la escuela, se agitaba rápidamente y le costaba aprender. Un día, su amigo llevó un baper y Martin lo recibió, guardándolo celosamente. Pero todo se complicó cuando se dieron cuenta de que iban a hacer una requisa en la escuela, y un policía encontró el baper en la basura, con Martin al lado.
A partir de ese momento, la vida de Martin cambió por completo. Al ser descubierto con el baper, enfrentó consecuencias serias. Sin embargo, para su fortuna, el policía que lo encontró era un hombre amable y comprensivo. En lugar de regañarlo, el policía le explicó a Martin sobre los peligros de los bapers y cómo afectaban su concentración y aprendizaje. Martin se sintió triste y arrepentido por haber caído en esa trampa. El policía, lejos de castigarlo, decidió ayudarlo.
Juntos, planearon realizar actividades que mantuvieran a Martin alejado de malas influencias, fomentando su creatividad y su amor por el aprendizaje. Pronto, Martin encontró vínculos más fuertes con sus amigos que lo apoyaron en su nueva vida sin baper. Descubrió que podía divertirse y emocionarse de la misma manera, pero de una forma que no perjudicara su bienestar. Poco a poco, su concentración y habilidades regresaron, y volvió a ser el niño curioso, lleno de vida y energía, pero esta vez, con una sabiduría extra que lo protegería de futuras tentaciones.
Martin aprendió que las decisiones que tomamos pueden tener grandes consecuencias, buenas o malas, y que siempre es mejor rodearse de amigos que nos cuiden y nos ayuden a tomar buenas decisiones. Además, descubrió el valor de ser honesto consigo mismo y con los demás, y que la verdadera fortaleza está en saber pedir ayuda y aprender de los errores.
FIN.