El Tesoro de la Cueva Mágica



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos enamorados llamados Martina y Juan. Martina era una niña muy alegre y soñadora, mientras que Juan era un niño valiente y aventurero. Juntos formaban el dúo perfecto.

Un día, mientras paseaban por el bosque, encontraron un mapa antiguo que les mostraba la ubicación de un tesoro escondido. Emocionados por la idea de vivir una gran aventura juntos, decidieron seguir el mapa y encontrar el tesoro.

Caminaron durante horas hasta llegar a una cueva oscura y misteriosa. Con valentía, entraron en ella sin saber qué iban a encontrar.

Al adentrarse más en las profundidades de la cueva, comenzaron a escuchar sonidos extraños y sentir escalofríos recorriendo sus cuerpos. De repente, se encontraron con un grupo de murciélagos volando hacia ellos. Asustados pero decididos a seguir adelante, Martina tuvo una idea: "¡Juan! Creo que si hacemos ruido fuerte con nuestras voces asustaremos a los murciélagos".

Juan estuvo de acuerdo y ambos gritaron tan fuerte como pudieron. Los murciélagos salieron volando despavoridos.

Siguiendo su instinto aventurero, continuaron avanzando hasta llegar a una sala llena de tesoros brillantes: monedas doradas, joyas deslumbrantes e incluso una corona real. Estaban emocionados por haber encontrado el tesoro perdido. Pero su alegría se vio interrumpida cuando apareció frente a ellos un gigante animal y gruñón.

El gigante les dijo con una voz ronca: "Este tesoro es mío, no puedo permitir que se lo lleven". Martina y Juan, aunque asustados, sabían que debían encontrar una solución.

Martina pensó en algo rápido y le dijo al gigante: "-Señor gigante, entendemos que este tesoro es suyo, pero ¿qué tal si jugamos un juego para decidir quién se queda con él? Si ganamos, nos lo quedamos; si usted gana, prometemos irnos sin protestar". El gigante aceptó el desafío y propuso jugar a las adivinanzas.

Martina y Juan eran muy astutos e inteligentes, así que aceptaron encantados. Durante horas intercambiaron preguntas y respuestas hasta que llegaron a la última pregunta. El gigante preguntó: "-¿Cuál es el objeto más valioso del mundo?" Martina pensó rápidamente y respondió: "-El amor".

El gigante quedó sorprendido por la respuesta de Martina pero también emocionado porque había encontrado a dos personas tan especiales. El gigante sonrió y dijo: "-Han demostrado ser dignos de este tesoro.

Se lo merecen mucho más de lo que yo podría hacerlo". Les entregó el tesoro con una gran sonrisa en su rostro. Martina y Juan regresaron al pueblo con los brazos llenos de tesoros brillantes.

Compartieron su historia con todos sus amigos en Villa Esperanza, quienes celebraron su valentía y astucia. Desde aquel día, Martina y Juan vivieron felices juntos en Villa Esperanza.

Utilizaron parte del tesoro para ayudar a quienes más lo necesitaban y el resto lo guardaron como un recuerdo de su gran aventura. Y así, Martina y Juan demostraron que, con valentía, astucia y amor, cualquier desafío puede ser superado. Juntos vivieron muchas más aventuras y siempre recordaron aquel día en el que encontraron el tesoro perdido.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!