El Tesoro de la Dulce Tentación



Había una vez en un tranquilo pueblo de Argentina, una niña llamada Carola y un niño llamado Francisco, quienes eran grandes amigos. Un día, decidieron ir juntos a buscar mariposas en el prado cerca del bosque.

Mientras exploraban, Carola y Francisco tropezaron con algo grandioso: una antigua casa llena de dulces. Tan coloridos y tentadores eran los dulces que brillaban como gemas. Sin pensarlo dos veces, los niños se adentraron en la casa y comenzaron a comer los dulces sin pedir permiso a nadie.

Rápidamente, se dieron cuenta de que estaban haciendo algo mal. Francisco, con la boca llena de golosinas, miró a Carola con preocupación y dijo: -Carola, ¿crees que hicimos lo correcto comiendo todos estos dulces sin pedir permiso?

Carola, con la cara llena de dulce, asintió. Pero en su interior, sabía que habían actuado mal. Comenzaron a sentirse mal por su decisión. Decidieron que tenían que hacer algo al respecto.

Los niños salieron de la casa y se dirigieron a buscar a la dueña para contarle lo sucedido. Después de un largo camino, encontraron a la dueña, una abuelita amable que les miró con ternura. Carola y Francisco le contaron con sinceridad lo que habían hecho.

La abuelita escuchó con calma y les dijo: -Chicos, entiendo que se hayan dejado tentar por los dulces, pero está mal tomar algo que no nos pertenece. Sin embargo, su valentía al admitirlo y buscar solucionar el problema demuestra que tienen buenos corazones.

Los niños se disculparon, y la abuelita, con una sonrisa, les enseñó a hacer sus propios dulces. Juntos, prepararon deliciosas golosinas con ingredientes simples y compartieron risas y momentos especiales.

Desde ese día, Carola y Francisco aprendieron que lo correcto es siempre pedir permiso y ser sinceros, aunque a veces la tentación sea fuerte. Descubrieron que la mejor forma de disfrutar algo dulce es compartiéndolo y haciendo el bien. Y así, su amistad se fortaleció aún más, junto con su valiosa lección.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!