El Tesoro de la Felicidad
Había una vez en Sonora, un famoso cantante llamado Lefty. Lefty era conocido por sus increíbles canciones mexicanas que llenaban de alegría a todos los que lo escuchaban.
Vivía en una hermosa mansión frente al mar, junto a su esposa María y sus dos hijos, Juan y Ana. Lefty era muy rico y tenía un gran llate donde guardaba todas las monedas de oro que ganaba con su música.
Pero a pesar de tener tanto dinero, Lefty siempre recordaba la importancia de ser humilde y generoso. Un día, mientras paseaba por la playa cerca de su mansión, vio a un grupo de niños jugando con una pelota vieja y desinflada.
Se acercó a ellos con una sonrisa y les regaló una pelota nueva para que pudieran seguir divirtiéndose. Los niños lo miraron asombrados y le preguntaron: "¿Eres realmente Lefty, el famoso cantante?".
Lefty asintió con humildad y les dijo: "Sí, pero más allá de mi fama y mi riqueza, lo más importante es poder hacer feliz a los demás". Los niños se emocionaron al conocerlo en persona y le pidieron si podía cantarles una canción.
Lefty no dudó ni un segundo y comenzó a entonar una hermosa melodía que pronto atrajo a más personas que se reunieron para escucharlo cantar en la playa.
Entre el público estaba un anciano pescador que había perdido la esperanza después de haber tenido un mal día en alta mar. Al escuchar la voz cálida de Lefty, sintió renovadas fuerzas e inspiración para volver al mar al día siguiente. "Gracias por traer luz a mi vida cuando más lo necesitaba", le dijo el anciano emocionado.
Lefty sonrió y respondió: "La verdadera riqueza no está en el dinero ni en las posesiones materiales, sino en poder tocar los corazones de las personas con tu arte".
Desde ese día, Lefty continuó visitando la playa para compartir su música con todos aquellos que necesitaban un poco de alegría en sus vidas. Aprendió que la generosidad y la humildad eran los verdaderos tesoros que valían más que cualquier cantidad de oro en su llate.
Y así, Lefty siguió cantando no solo para entretener a multitudes, sino también para llevar esperanza y amor a cada rincón donde su voz pudiera llegar. Porque sabía que la verdadera felicidad reside en hacer felices a los demás.
FIN.