El tesoro de la generosidad



Había una vez un niño llamado Tomás, que tenía una gran colección de juguetes. Tenía autos, muñecos, pelotas y muchos otros juegos divertidos. Sin embargo, Tomás no compartía sus juguetes con los demás niños.

Un día soleado, en el parque del vecindario, todos los niños estaban jugando juntos. Martina quería jugar con uno de los carros de Tomás, pero él se negó a prestarlo.

"-Lo siento Martina, pero estos son mis juguetes y no quiero compartirlos", dijo Tomás con voz firme. Martina se sintió muy triste y decepcionada por la actitud egoísta de Tomás. Pero ella decidió hacer algo al respecto.

Habló con sus amigos y juntos idearon un plan para enseñarle a Tomás la importancia de compartir. Al día siguiente, mientras Tomás estaba en su habitación disfrutando de su colección de juguetes, escuchó un ruido extraño proveniente del armario.

Se acercó sigilosamente y abrió la puerta solo para encontrarse con una sorpresa asombrosa: ¡todos sus juguetes habían desaparecido! Tomás entró en pánico y comenzó a buscar frenéticamente por toda la casa. Finalmente encontró una nota pegada en su escritorio que decía: "Si quieres recuperar tus juguetes, tendrás que aprender a compartir".

Tomás sabía que había llegado el momento de cambiar su actitud egoísta si quería volver a tener sus preciados objetos. Decidió ir al parque e intentar disculparse con Martina y los demás niños.

Cuando llegó al parque, Tomás se acercó a Martina y le dijo: "-Lo siento mucho por no haber compartido mis juguetes contigo. Me di cuenta de que no es justo tener tantos mientras los demás niños no tienen nada para jugar.

A partir de ahora, compartiré mis juguetes con todos". Martina y los demás niños sonrieron y aceptaron las disculpas de Tomás. Juntos, volvieron a la casa de Tomás y descubrieron que sus juguetes estaban escondidos en el patio trasero.

Tomás aprendió una valiosa lección sobre la importancia de compartir. A partir de ese día, se convirtió en un niño más generoso y amigable. Compartía sus juguetes con todos los niños del vecindario y disfrutaba viendo cómo se divertían juntos.

La historia de Tomás enseñó a todos los niños del vecindario que ser egoísta no lleva a ninguna parte, pero ser generoso y compartir trae felicidad y amistad verdadera.

Desde aquel día, Tomás se convirtió en un ejemplo para todos los niños del vecindario, demostrando que cuando compartimos lo que tenemos, creamos vínculos más fuertes entre nosotros. Y así fue como Tomás aprendió la importancia de compartir y se convirtió en el niño más querido del vecindario.

FIN.

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