El Tesoro de la Generosidad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Felicidad, dos amigos inseparables: Benja y Uli. Benja era un niño muy generoso y siempre estaba dispuesto a compartir todo lo que tenía con los demás.

Uli, en cambio, era un poco egoísta y le costaba mucho trabajo compartir sus cosas. Un día, mientras jugaban juntos en el parque, encontraron un tesoro enterrado bajo un árbol. Era una caja llena de dulces deliciosos y juguetes divertidos.

Benja se emocionó mucho al verlo y dijo: "¡Uli, tenemos que compartir esto con todos nuestros amigos! Será muy divertido". Pero Uli no estaba de acuerdo.

Él pensaba que el tesoro era solo suyo y no quería compartirlo con nadie más. "-Benja, este tesoro es mío", dijo Uli con voz autoritaria. Benja se sintió triste por la actitud de su amigo pero decidió hablarle sobre la importancia de compartir para hacer felices a los demás.

"-Uli, si compartimos este tesoro con nuestros amigos, todos podrán disfrutar de él y seremos más felices juntos", le dijo Benja con sinceridad. Uli comenzó a pensar en las palabras de Benja y se dio cuenta de que tal vez tenía razón.

No quería perder la amistad de su mejor amigo por ser egoísta. Entonces decidió seguir el consejo de Benja y compartieron el tesoro entre todos sus amigos del pueblo.

A medida que los niños recibían sus dulces y juguetes, sus caras se iluminaban de alegría y risas llenaban el aire del parque. Benja y Uli se dieron cuenta de que habían hecho algo maravilloso al compartir su tesoro. "-Benja, gracias por enseñarme la importancia de compartir.

Me siento muy feliz de haberlo hecho", dijo Uli con una sonrisa. Desde ese día, Uli aprendió la lección de Benja y comenzó a ser más generoso con los demás.

Compartía sus juguetes, ayudaba a sus amigos en las tareas escolares y siempre estaba dispuesto a prestar una mano cuando alguien lo necesitaba. La amistad entre Benja y Uli se fortaleció aún más.

Juntos descubrieron que cuando compartes con los demás, no solo haces felices a los demás sino también te llenas de alegría en tu corazón. Y así, en Villa Felicidad, todos aprendieron la valiosa lección de que compartir es mucho mejor que pelear por las cosas.

Desde aquel día, el pueblo se convirtió en un lugar donde todos vivían en armonía y felicidad. Fin.

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