El Tesoro de la Justicia
En un pequeño pueblo llamado Valle Brillante, vivía una niña valiente llamada Ana. Ana siempre soñaba con aventuras y un día, mientras exploraba el viejo desván de su abuela, encontró un mapa antiguo. El mapa tenía dibujado un tesoro, un lugar que prometía riquezas inimaginables.
"¡Mirá lo que encontré, abuela!" exclamó Ana, mostrando el mapa con entusiasmo.
"Ana, ese mapa pertenecía a un gran caballero de antaño. Se decía que tenía una espada legendaria, capaz de lograr la justicia en el mundo", respondió su abuela con una sonrisa.
La curiosidad de Ana creció. Decidió salir en busca del tesoro y la espada. "¡Voy a encontrarlo!", dijo decidida, atándose una bufanda roja al cuello como símbolo de su valentía.
A medida que Ana seguía el mapa, se encontró con un viejo puente que crujía bajo el peso de los pasos. En el medio del puente, un loro colorido la detuvo.
"¿A dónde vas, pequeña aventurera?" preguntó el loro.
"Voy en busca de un tesoro y una espada legendaria para traer justicia al mundo", respondió Ana.
"Si querés cruzar el puente, tenés que responder una acertijo", dijo el loro con un guiño.
"Estoy lista", dijo Ana con determinación.
El loro dijo: "Cuanto más quito, más grande se vuelve. ¿Qué soy?"
Ana pensó y pensó hasta que, de repente, tuvo la respuesta. "¡Un agujero!" gritó. El loro aplaudió emocionado y le permitió cruzar el puente.
Después de avanzar un poco más, llegó a un bosque espeso donde se encontró con un grupo de animales atrapados en una trampa. "¡Ayuda!", gritaron los animales. Ana no dudó un segundo.
"No se preocupen, los rescataré!" dijo valiente. Usando el amuleto que siempre llevaba consigo, un pequeño colgante de su abuela que brindaba coraje, logró abrir la trampa.
"¡Gracias, Ana! Eres muy valiente", dijo un ciervo agradecido.
"Recuerden, siempre hay que ayudar a los que están en necesidad", respondió Ana, alegre por haber hecho el bien.
Finalmente, Ana llegó a un claro y allí estaba la espada legendaria, brillando bajo el sol. "¡Por fin!", exclamó mientras la levantaba. En ese momento, sintió una oleada de energía recorriendo su cuerpo.
"Ahora tengo que traer justicia al pueblo", pensó. Pero justo entonces escuchó un grito: "¡Ayuda!" Era un grupo de niños que estaban siendo intimidados por un bandido.
"No puedo dejar que esto suceda", murmuró Ana, recordando lo que su abuela siempre decía: "La verdadera valentía radica en defender a los demás".
Caminó decidida hacia el bandido. "¡Alto! No puedes hacerles daño!", le gritó. El bandido se rió. "¿Y quién te crees?" dijo burlón.
"Soy Ana, la portadora de la espada legendaria. He venido a instaurar justicia", dijo con firmeza, empuñando la espada no para atacar, sino para demostrar su valentía.
El bandido, sorprendido por su coraje, se echó atrás, y al ver cómo la espada brillaba con luz, comprendió que no podía seguir intimidando a los inocentes.
"Está bien, me iré", dijo, asustado, y se alejó.
Ana sonrió al ver a los niños sonreír. "Siempre hay que hacer lo correcto, aunque sea difícil", les dijo, sintiéndose más fuerte que nunca. Con su mapa y su espada, prometió seguir luchando por la justicia y ayudando a quienes lo necesitaran.
Regresó a su pueblo, donde todos celebraron su valentía y su gran aventura. Días después, Ana guardó su espada y su mapa, pero nunca el amuleto de su abuela, que ahora le recordaba que el verdadero tesoro era ayudar a los demás.
Y así, Ana se convirtió en la heroína de Valle Brillante, una niña que, con valor y determinación, no solo encontró un tesoro, sino que también enseñó a todos la importancia de luchar por la justicia y ayudar a los demás.
FIN.