El tesoro de la masa madre


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Panadera, un panadero muy alegre y trabajador llamado Don Fermín. Todos los habitantes del pueblo adoraban el pan que él hacía, ya que siempre estaba fresco y delicioso.

Un día, mientras Don Fermín preparaba la masa madre para hacer el pan, algo inesperado sucedió. La masa madre, que era muy juguetona, saltó de la mesa y se escapó por la ventana.

Don Fermín se preocupó mucho porque sin la masa madre no podría hacer el pan. Desesperado por encontrarla, decidió pedir ayuda a los niños de la clase de 4 años del colegio "Pequeñitas Estrellitas".

Sabía que los niños eran muy curiosos y astutos, así que pensó que podrían ayudarlo a encontrarla. Al llegar al colegio con su cesta llena de harina y levadura para hacer más pan después de encontrar la masa madre perdida, Don Fermín fue recibido por una maestra amable llamada Señorita Ana.

Les explicó a los niños lo ocurrido y les pidió su ayuda. Los ojitos brillantes de emoción llenaron las caritas de los niños mientras escuchaban atentamente al panadero.

Todos estaban ansiosos por comenzar esta aventura en busca de la masa madre perdida. Don Fermín les dio una pista: "La masa madre ha dejado huellas blancas por todo el camino hasta donde se esconde".

Los niños salieron corriendo hacia el camino principal del pueblo siguiendo las huellas blancas hechas con harina. Mientras caminaban juntos, uno de los niños llamado Tomás encontró otra pista. "¡Miren! ¡Aquí hay una nota!". Todos se agruparon alrededor de Tomás para leerla.

Decía: "Soy la masa madre y me encanta esconderme en lugares altos". Los niños pensaron rápidamente y recordaron que el baul del panadero era alto y estaba cerrado por un candado. Se dirigieron hacia la panadería con entusiasmo.

Al llegar, encontraron el baul cerrado y se preguntaban cómo podrían abrirlo. Fue entonces cuando Martina, una niña muy inteligente, notó que había un número grabado en el candado. "Creo que esto es una combinación", dijo Martina mientras los demás niños asentían emocionados.

Todos comenzaron a buscar pistas alrededor de la panadería. Laura encontró otra nota debajo del mostrador que decía: "La combinación está formada por números pares".

Los niños continuaron buscando más pistas hasta que finalmente Jimena encontró una última nota detrás de un saco de harina. "¡Aquí está!", exclamó Jimena emocionada. La nota decía: "La combinación es el doble del número 3". Los niños trabajaron juntos para resolver el acertijo y pronto descubrieron que la combinación era 6.

Con gran emoción, giraron el candado y abrieron el baul. Y ahí estaba ella, la masa madre juguetona, riéndose dentro del baul como si fuera una travesura divertida. "Don Fermín, hemos encontrado a su traviesa masa madre", gritaron los niños llenos de alegría.

El panadero no podía creer lo que veía. Estaba tan agradecido y feliz de tener a su masa madre de vuelta que abrazó a cada uno de los niños. "¡Muchas gracias por ayudarme a encontrarla!", dijo Don Fermín emocionado.

"Sin ustedes, no podría hacer el pan para el pueblo". Los niños sonrieron orgullosos y se despidieron del panadero con una gran sonrisa en sus rostros. Desde aquel día, los niños y Don Fermín se convirtieron en grandes amigos.

Cada vez que visitaban la panadería, les regalaba un pan recién horneado como muestra de gratitud. Y así, juntos aprendieron que trabajando en equipo y usando su ingenio podían resolver cualquier problema.

Y siempre recordaron esa aventura llena de risas y harina mientras disfrutaban del delicioso pan hecho por Don Fermín.

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