El tesoro de la Navidad



Había una vez un niño llamado Nícolas y su hermana Alice, quienes vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas nevadas.

Estaban muy emocionados porque la Navidad estaba a punto de llegar y eso significaba que iban a pasar unos días mágicos con sus abuelos. Los abuelos de Nícolas y Alice eran personas especiales. Tenían el poder de hacer que todo pareciera posible y que cada día fuera una aventura única.

Los niños siempre esperaban ansiosos las visitas navideñas, pues sabían que serían momentos inolvidables. Un frío día de diciembre, Nícolas y Alice corrieron hacia la casa de sus abuelos. Cuando llegaron, los encontraron preparando galletitas navideñas en la cocina.

El olor dulce llenaba el aire y los hacía sentir aún más emocionados. "¡Abuelitos! ¡Qué felices estamos de estar aquí!", exclamó Nícolas mientras les daba un cálido abrazo. "¡Hola chiquillos! Nos alegra mucho verlos", respondieron los abuelos sonrientes.

Mientras decoraban las galletitas con glaseado rojo, verde y blanco, los abuelos contaron a los niños sobre un tesoro escondido en algún lugar del bosque cercano al pueblo. Decidieron ir en busca del tesoro al día siguiente.

Al amanecer del siguiente día, todos se levantaron temprano para emprender la búsqueda del tesoro perdido. Caminaron por el espeso bosque guiados por un mapa antiguo dibujado por el bisabuelo de los niños. Después de horas buscando sin éxito, Nícolas comenzó a desanimarse.

Pero entonces, Alice encontró una pequeña puerta oculta entre los arbustos. Era tan diminuta que solo ellos podían pasar por ella. "¡Miren! ¡Una puertita secreta!", exclamó Alice emocionada.

Los abuelos sonrieron y les dijeron: "Esa es la entrada al mundo mágico de la Navidad". Los niños miraron con asombro cómo el bosque se transformaba en un lugar lleno de luces brillantes y colores vibrantes. El suelo estaba cubierto de nieve brillante y árboles gigantes decorados con adornos relucientes.

Juntos, exploraron ese mundo mágico mientras escuchaban risas lejanas y música navideña. Vieron elfos jugando, renos voladores e incluso tuvieron un encuentro cercano con Santa Claus.

Después de un tiempo, los abuelos llevaron a los niños hasta una hermosa cabaña en medio del bosque. Dentro había una mesa llena de regalos envueltos en papel dorado y rojo. "Esto es para ustedes", dijo el abuelo señalando los presentes. Nícolas y Alice abrieron sus regalos llenos de emoción.

Descubrieron que eran libros especiales que contenían historias maravillosas sobre aventuras mágicas en Navidad. "Estamos muy orgullosos de ustedes dos", dijo la abuela mientras les daba un fuerte abrazo.

"La magia verdadera está dentro de cada uno de nosotros, solo debemos creer en ella". Con sus corazones llenos de alegría y sabiduría, Nícolas y Alice regresaron a casa con sus abuelos. La Navidad se acercaba rápidamente, pero esta vez los niños ya no esperaban solo regalos materiales.

Sabían que la verdadera magia estaba en el amor, la familia y las historias compartidas.

Y así, cada navidad, Nícolas y Alice recordaban aquel día mágico en el bosque y compartían su tesoro más valioso: la magia de creer en sí mismos y en la belleza de la Navidad.

FIN.

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