El Tesoro de la Navidad
Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Valle de Estrellas, donde la Navidad era la época más esperada del año. Los niños del pueblo, entre ellos Lía y Joaquín, no podían contener su entusiasmo, ya que cada diciembre organizarían un gran festejo con luces, villancicos y sorpresas. Pero este año, Lía se dio cuenta de algo.
"Joaquín, ¿viste que cada vez hay más familias que no tienen con qué celebrar?", le dijo Lía un día mientras decoraban su casa.
"Sí, lo noté. Pero no entiendo por qué a algunas personas no les llega la Navidad. ¿No deberían tener regalos como nosotros?", replicó Joaquín con la mirada preocupada.
Ambos amigos decidieron visitar a Don Pedro, el anciano del pueblo que conocía muchas historias y siempre tenía buenos consejos. Se acercaron a su casa y tocaron la puerta.
"¡Hola, chicos! Qué sorpresa verlos por aquí. ¿Qué les trae?", preguntó Don Pedro.
"Don Pedro, estamos preocupados por la Navidad. Nos damos cuenta de que no todos celebran como nosotros. ¿Hay alguna forma de ayudar a esas familias?", explicó Lía.
Don Pedro sonrió y dijo:
"Claro que sí. La Navidad es una fecha especial para compartir. ¿Por qué no organizan una recolecta para ayudar a aquellos que lo necesitan?".
Los ojos de Lía y Joaquín brillaron al escuchar la idea.
"¡Sí! ¡Hagamos una recolecta de juguetes y comida para las familias del pueblo!", exclamó Joaquín.
Sin perder tiempo, los amigos junto a sus compañeros de la escuela se pusieron manos a la obra. Hicieron carteles y anunciaron su recolecta en la plaza, invitando a todos a donar algo de lo que ya no usaran. Cada tarde, el grupo se reunía, contaban las donaciones y luego las organizaban.
Sin embargo, a medida que se acercaba la Navidad, notaron que había menos familias donando de lo que esperaban.
"¿Por qué será?", se preguntó Lía.
Joaquín con una idea brillante dijo:
"Tal vez haya personas que también necesitan ayuda y no saben cómo pedirla. Vamos a hablar con nuestros vecinos y preguntarles si necesitan algo".
Así lo hicieron. Se acercaron a cada casa y pidieron a las familias si había algo que pudieran compartir para las festejos. A través de esas charlas, descubrieron que había papás y mamás que estaban pasando momentos difíciles, pero que no se atrevían a pedir ayuda.
"Es muy hermoso lo que están haciendo, chicos. Gracias por ofrecer ayuda. ¡Nos encantaría recibir los juguetes!", les dijo Doña Elena, una vecina que siempre parecía alegre pero que, en realidad, tenía muchas preocupaciones.
La sorpresa de Lía y Joaquín fue grande cuando empezaron a recibir no solo donaciones, sino también historias de los vecinos sobre cómo la Navidad podía mejorar si todos compartían un poco de su tiempo y alegría.
Finalmente, llegó el día de la entrega. En la plaza del pueblo, Lía y Joaquín habían preparado un gran evento. Había música, juegos y había decorado todo con luces cintilantes. Cuando las familias llegaron, se encontraron con una sorprendente variedad de regalos y muchas golosinas.
"¡Feliz Navidad a todos!", gritó Joaquín.
Los rostros de los niños iluminaban el lugar.
"Mirá, Lía, ¡eso es lo mejor! Cuando todos nos unimos, la Navidad se siente más alegre", dijo Joaquín.
Y así, el pequeño pueblo de Valle de Estrellas celebró la Navidad como nunca antes. Las familias compartieron no solo regalos, sino también historias, risas y, sobre todo, amor.
"Para el próximo año, podríamos hacerlo otra vez, ¡pero incluso más grande!", sugirió Lía entusiasmada.
"¡Sí! Siempre habrá algo para compartir. La Navidad es un tesoro que crece cuando lo compartimos con los demás", concluyó Joaquín.
Desde ese día, en Valle de Estrellas, la Navidad se convirtió en un momento especial en el que todos colaboraban y compartían, un verdadero tesoro que florecía por la bondad del corazón de cada uno.
FIN.