El Tesoro de la Paciencia



Había una vez en un pequeño pueblo de las sierras, un niño llamado Pedrito. Pedrito era conocido por ser muy travieso y curioso, siempre metiéndose en problemas y buscando aventuras.

Pero lo que más le gustaba a Pedrito era picar piedras. Desde que era chiquito, pasaba horas y horas caminando por el campo en busca de la piedra perfecta para picar.

Un día, mientras paseaba por el río, Pedrito encontró una piedra diferente a todas las demás que había visto antes. Era redonda y brillante, con destellos dorados que lo dejaron maravillado. Sin dudarlo, sacó su martillo y empezó a picarla con todas sus fuerzas.

Pero por más que intentaba, la piedra no se rompía. "¡Vamos! ¡Tienes que romperte!" -gritaba Pedrito frustrado. Pasaron los días y Pedrito seguía obsesionado con aquella misteriosa piedra. Dejó de lado sus travesuras y travesías para dedicarse por completo a intentar romperla.

Pasaba horas enteras picándola sin descanso, hasta altas horas de la noche. Un día, cansado y desanimado, Pedrito decidió sentarse junto al río a descansar. Cerró los ojos y escuchó el sonido del agua corriendo suavemente.

Fue entonces cuando recordó algo importante: la paciencia. "Quizás no se trata solo de picar con fuerza", pensó Pedrito para sí mismo. Decidió entonces tomar un respiro y observar detenidamente la piedra dorada.

Se dio cuenta de lo hermosa que era en realidad, su brillo único e inigualable. "No quiero romperte", le dijo finalmente a la piedra.

Fue en ese preciso momento que algo increíble sucedió: la piedra empezó a brillar aún más intensamente hasta convertirse en polvo dorado que se esparció por todo el lugar. Pedrito entendió entonces el verdadero significado de su encuentro con aquella peculiar piedra: no se trataba de romperla o cambiarla, sino de apreciar su belleza tal como era.

Desde ese día, Pedrito siguió recorriendo las sierras en busca de nuevas aventuras, pero ahora lo hacía con los ojos abiertos al mundo que lo rodeaba. Aprendió a valorar cada detalle y a tener paciencia en todo lo que emprendiera.

Y así fue como Pedrito Pica Piedra dejó atrás su afán por romper cosas para convertirse en un niño sabio y lleno de gratitud hacia la naturaleza y sus misterios.

FIN.

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