El Tesoro de la Playa
Había una vez un niño llamado Santiago. Un soleado día de verano, Santiago se despertó muy emocionado porque su familia había decidido ir a la playa. "¡Mamá, ya estamos listos?"-, preguntó saltando de la cama. Su mamá sonrió y le respondió: "Pronto, cariño, solo falta que tu hermana se vista"-.
Cuando finalmente llegaron a la playa, Santiago se quedó maravillado con el vasto mar azul y la arena blanca que brillaba bajo el sol. "Mirá lo grande que es el océano, mamá!"- exclamó.
Después de poner sus cosas en la arena, Santiago decidió explorar. Comenzó a cavar en la arena, construyendo castillos mientras su hermana jugaba con una pelota de playa. De repente, algo brilló entre los granos de arena. Santiago se agachó y, al limpiar los restos de arena, descubrió una pequeña caja antigua.
"¡Mirá, encontré algo!"- gritó emocionado. Su familia se acercó rápidamente.
"¿Qué será?"- preguntó su papá, intrigado. Santiago abrió la caja con cuidado y dentro encontró un mapa. "¡Es un mapa del tesoro!"- dijo su hermana, emocionada.
"¡Vamos a buscarlo!"- propuso Santiago, y todos asintieron. Con el mapa en mano, comenzaron a seguir las pistas. La primera pista los llevó a un enorme faro en la distancia.
"¡Vamos, chicos!", -dijo su papá, señalando con entusiasmo. Caminando por la playa, encontraron diferentes elementos: una concha especial y unas piedras de colores, que servían como indicios para descifrar el mapa.
Finalmente llegaron al faro. "¿Y ahora qué?"- preguntó su hermana, mirando el mapa. Santiago observó que la siguiente pista conducía al castaño más grande de la playa.
"¡Corramos!"- gritó Santiago mientras todos se apresuraban hacia el árbol. Al llegar, encontraron un círculo dibujado en la arena. Santiago se agachó y comenzó a cavar con sus manos.
"¡Estoy seguro de que algo habrá aquí!"- exclamó. Después de unos minutos de escarbar, sus manos tocaron algo duro. "¡Lo encontré!"- gritó, sacando un cofre polvoriento.
Abrieron el cofre con ansias y encontraron monedas de chocolate, joyas de plástico y un mensaje que decía: "El verdadero tesoro es la aventura y el tiempo que pasamos juntos"-.
"¡Es un mensaje muy lindo!"- dijo su mamá con una sonrisa. Santiago se dio cuenta de que la diversión no era solo el oro y las joyas, sino compartir momentos con su familia.
Mientras saboreaban las monedas de chocolate, Santiago pensó en lo que había aprendido. "Voy a recordar este día por siempre, no solo por el tesoro, sino porque estuve con ustedes"-.
"¡Hoy fue un día genial!"- concluyó su hermana, abrazando a Santiago.
Y así, Santiago no solo encontró un tesoro en la playa, sino también un espacio en su corazón donde guardaría esos recuerdos inolvidables.
FIN.