El Tesoro de la Playa de la Antilla



Era un hermoso día de verano en la Playa de la Antilla. Cristina, la mayor de las hermanas, miró al mar con sus ojos curiosos. "Hoy vamos a vivir una aventura", les dijo a sus tres hermanas mientras se acomodaban sus sombreros. Rocío, con su energía inagotable, agregó "¡Sí! ¡Voy a encontrar el tesoro antes que ustedes!". Carmen, con su espíritu juguetón, preguntó "¿Qué tipo de tesoro?". Y Mencía, que sólo tenía un año, sonreía desde su cochecito, contagiando su alegría. La tarde empezó a despegar con risas y juegos, pero lo que ninguna sabía era que un gran misterio las esperaba.

Mientras jugaban en la arena, sus primos, Mateo y Tomás, se unieron a la aventura. —"Escuchen" , dijo Mateo intrigante, "hay un mapa escondido que muestra dónde está un tesoro enterrado aquí en la playa". Todos miraron a Mateo con asombro, y Cristina, que siempre había sido la líder, exclamó, "¡Vamos a buscarlo!".

Empezaron a investigar todos los rincones de la playa. Cavaron en la arena, movieron piedras, y buscaron en los puestos de helados. Pero, lo que encontraban eran solo conchas y juguetes perdidos.

Después de un rato, Rocío se detuvo, pensando. "¿Y si el mapa está en un lugar donde nadie lo vea?". Todos se miraron, cada vez más emocionados. Decidieron hacer una pausa para buscar pistas en el espigón que había a lo lejos. Mientras caminaban, Mencía empezó a llorar porque se había cansado. Carmen, la más pequeña, intentó ayudarla. "¡Mencía, ven! Podemos cantar tu canción favorita y no vas a estar triste". Y así, todas comenzaron a cantar, haciendo reír a Mencía, que se alegró de nuevo.

Cuando llegaron al espigón, encontraron un viejo barco de madera a la orilla. "¡Miren! Este debe ser el barco del tesoro", dijo Tomás emocionado. Al acercarse, notaron que había una antorcha y un viejo cofre. Tomás se agachó y tocó el cofre. "¡Es muy pesado!". Todos se pusieron a ayudar a abrirlo; con un poco de esfuerzo, lo lograron. Dentro había arena dorada, algunas joyas de plástico, y un montón de notas dibujadas por otros niños. En cada nota había dibujos y frases de amistad.

"¿Esto es un tesoro?" preguntó Carmen, decepcionada. "Sí", respondió Cristina,

FIN.

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