El Tesoro de la Princesa Sofía



La princesa Sofía era conocida en todo el reino por su belleza y elegancia, pero sobre todo por la corona que siempre llevaba en su cabeza.

Aquella corona brillaba con destellos de oro y piedras preciosas, haciendo que todos quedaran maravillados al verla. Un día soleado, mientras paseaba por los jardines del castillo, la corona de la princesa se soltó sin que ella se diera cuenta. Siguió caminando despreocupada hasta que notó que algo faltaba en su cabeza.

Al tocarse, se dio cuenta de que su preciada corona ya no estaba allí. - ¡Ay no! ¡Mi corona ha desaparecido! -exclamó la princesa Sofía con angustia.

Comenzó a buscar por todas partes: en los jardines, en las habitaciones del castillo e incluso en el estanque del patio trasero. Pero la corona no aparecía por ningún lado. Desanimada, decidió salir a recorrer el reino en busca de su amada corona.

Preguntó a cada persona que encontraba si habían visto una corona brillante y hermosa, pero nadie parecía haberla visto. - ¿Podrías ayudarme a encontrar mi corona? Es lo más valioso que tengo -le pedía a todos con tristeza.

Pasaron los días y las semanas, y la princesa Sofía seguía sin rastro de su corona. Estaba a punto de rendirse cuando un anciano sabio del pueblo le dijo:- Princesa Sofía, para encontrar tu corona debes mirar dentro tuyo y recordar cuál es tu verdadero tesoro.

Estas palabras resonaron en el corazón de la princesa. Se sentó bajo un árbol centenario y cerró los ojos.

Recordó momentos felices junto a su familia, risas compartidas con sus amigos y momentos de solidaridad con los más necesitados del reino. De repente, abrió los ojos y vio algo brillando entre las ramas del árbol. Era su corona, colgando delicadamente como si hubiera estado esperando ser encontrada.

Con lágrimas de emoción en sus ojos, la princesa Sofía tomó su corona y se dio cuenta de lo importante que era para ella algo más grande que cualquier joya: el amor incondicional hacia sí misma y hacia quienes le rodeaban.

Desde ese día en adelante, la princesa Sofía siguió luciendo su hermosa corona con orgullo; pero ahora sabiendo que su mayor tesoro estaba dentro de ella misma y no solo sobre su cabeza. Y colorín colorado este cuento ha terminado; porque lo más valioso siempre está dentro nuestro.

FIN.

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