El Tesoro de la Razón



Había una vez en la antigua Grecia, en un pequeño pueblo llamado Mileto, dos amigos inseparables: Tales y Anaximandro. Ambos eran grandes filósofos y siempre estaban buscando respuestas a las preguntas más grandes de la vida.

Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, vieron a un grupo de niños jugando cerca de un río.

Tales se acercó a ellos y les preguntó:"¿Qué están haciendo, chicos?"Los niños se miraron entre sí y uno de ellos respondió:"Estamos tratando de encontrar el tesoro que está escondido en este río. "Tales sonrió y dijo:"¡Eso suena emocionante! Pero me pregunto cómo saben que hay un tesoro aquí.

"Los niños se encogieron de hombros y uno de ellos dijo:"Bueno, todos los adultos del pueblo nos dijeron que es verdad.

"Anaximandro se acercó al grupo y les preguntó:"Y ustedes ¿cómo saben que los adultos tienen razón? ¿Han visto realmente ese tesoro?"Los niños parecían confundidos y uno de ellos respondió tímidamente:"No lo hemos visto con nuestros propios ojos, pero confiamos en lo que nos dicen. "Tales les explicó entonces cómo él creía en algo llamado "razón" y cómo podían utilizarla para encontrar respuestas por sí mismos.

Les enseñó a cuestionar las cosas y buscar pruebas antes de aceptarlas como verdaderas. Los niños estaban fascinados por estas ideas nuevas y decidieron seguir a Tales y Anaximandro en su búsqueda del tesoro. Juntos caminaron hasta el río y comenzaron a investigar.

"Miren" , exclamó Anaximandro, "si hay un tesoro aquí, debe haber alguna evidencia de ello". Los niños empezaron a buscar pistas y encontraron algunas monedas antiguas cerca de la orilla del río.

Todos se emocionaron y comenzaron a excavar en la arena, esperando encontrar más tesoros escondidos. Después de un tiempo, uno de los niños encontró algo brillante enterrado en la arena. Era una antigua estatuilla dorada que representaba a un dios griego.

Todos los niños se alegraron y celebraron su descubrimiento. Tales les dijo entonces:"Vieron chicos, no necesitamos creer ciegamente en las palabras de los demás. Podemos usar nuestra razón y buscar pruebas para confirmar lo que nos dicen.

"Los niños asintieron con entusiasmo y prometieron seguir buscando respuestas por sí mismos. Aprendieron que nunca debían conformarse con creencias sin fundamentos sólidos. Desde aquel día, Tales y Anaximandro se convirtieron en mentores para aquellos niños curiosos.

Les enseñaban sobre filosofía griega y cómo utilizar la razón para encontrar respuestas en lugar de simplemente aceptarlas sin cuestionamientos. Y así, gracias a sus enseñanzas, esos niños se convirtieron en grandes pensadores y continuaron el legado filosófico dejado por Tales de Mileto y Anaximandro. El fin

FIN.

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