El tesoro de la risa
Había una vez, en un hermoso valle rodeado de montañas cubiertas de nieve, vivía una pequeña niña llamada Montaña. Montaña era muy curiosa y siempre buscaba aventuras en cada rincón del valle.
Un día, mientras exploraba cerca del río, Montaña encontró un racimo de uvas brillantes colgando de una vid. Estaban tan maduras y jugosas que no pudo resistirse a probarlas. Se acercó y tomó una uva para saborearla.
Pero antes de poder hacerlo, el sol apareció entre las nubes y le habló:"¡Espera, Montaña! Antes de comer esas uvas, déjame decirte algo importante". Montaña se sorprendió al escuchar al sol hablar con ella.
Levantó la cabeza y preguntó: "¿Qué pasa, señor Sol?"El sol sonrió cálidamente y explicó: "Cada racimo de uvas que encuentres tiene un deseo especial oculto dentro. Si comes estas uvas sin saber cuál es su deseo secreto, perderás la oportunidad única de ayudar a alguien".
Montaña se emocionó ante esta revelación misteriosa. Ella amaba ayudar a los demás y estaba decidida a descubrir el deseo detrás del racimo de uvas.
Decidiendo investigar más sobre las uvas mágicas antes de tomar cualquier decisión apresurada, Montaña fue en busca del sabio anciano del valle: Don Risueño. Don Risueño era conocido por su risa contagiosa y su sabiduría ilimitada.
Cuando llegó a su casa en lo alto de la montaña, Montaña lo encontró sentado en su silla favorita, disfrutando del sol de la tarde. "Don Risueño", dijo Montaña con entusiasmo, "he encontrado un racimo de uvas mágicas y necesito tu ayuda para descubrir su deseo secreto".
El anciano sonrió y le respondió: "Montaña, las uvas mágicas son especiales porque cada una tiene el poder de hacer reír a alguien. Su deseo es que encuentres a alguien triste o enfadado en el valle y les hagas reír con todo tu corazón". Montaña asintió con determinación y se dirigió hacia el pueblo.
Mientras caminaba por las calles, vio a un niño sentado solo bajo un árbol, con lágrimas en los ojos. —"Hola" , dijo Montaña amablemente al niño.
"¿Por qué estás tan triste?"El niño levantó la cabeza sorprendido y respondió: "Perdí mi juguete favorito en el río y no puedo encontrarlo". Montaña recordó las palabras de Don Risueño y sacó una uva del racimo mágico.
La lanzó al aire y cuando el niño la atrapó, comenzaron a escucharse risas contagiosas por todas partes. La risa llenó el valle mientras todos los habitantes compartían momentos felices juntos. El niño olvidó su tristeza e incluso encontraron su juguete perdido flotando en el río.
A medida que pasaba el tiempo, Montaña continuaba ayudando a las personas tristes o enfadadas con las uvas mágicas. Cada vez que alguien reía, el valle se llenaba de felicidad y alegría. Al final del día, Montaña regresó a casa con una sonrisa en su rostro.
Había aprendido que la magia de la risa era el mayor tesoro que podía compartir con los demás.
Desde ese día en adelante, Montaña siempre llevaba consigo un racimo de uvas mágicas y las compartía con todos aquellos que necesitaban una sonrisa. Y así, el valle se convirtió en un lugar donde la risa nunca faltaba. Y colorín colorado, esta historia infantil llena de risas ha terminado.
FIN.