El Tesoro de la Sabiduría



En un invierno crudo, cuando la nieve cubría todo a su paso, un niño llamado Tomás vagaba por el bosque en busca de algo para comer. Su estómago gruñía de hambre y sus mejillas estaban enrojecidas por el frío. Después de caminar durante horas, divisó a lo lejos un antiguo castillo.

Tomás se acercó al castillo y golpeó la puerta. Un anciano con barba blanca y anteojos lo recibió con bondad. '¿Qué haces aquí, muchacho?' preguntó el anciano. Tomás le contó sobre su largo viaje y cómo no había encontrado comida. El anciano, llamado Don Santiago, le ofreció un plato de sopa caliente y un techo donde cobijarse.

Mientras Tomás se recuperaba, Don Santiago pasaba sus días leyendo en la gran biblioteca del castillo. El anciano le enseñó al niño sobre los libros, las historias y la sabiduría que guardaban. Tomás quedó maravillado por todo lo que aprendía cada día.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Tomás creció fuerte y sabio bajo la tutela de Don Santiago. Aprendió a leer, a escribir, y a soñar con un futuro brillante. Pero un día, el anciano enfermó gravemente.

Tomás cuidó de Don Santiago con tanto amor como el anciano lo había cuidado a él. Pasaba horas junto a su cama leyéndole cuentos y sus libros favoritos. 'La vida está llena de lecciones, Tomás', le decía el anciano con voz débil. 'Nunca dejes de aprender y de crecer, incluso cuando yo ya no esté aquí'.

Después de varios días, Don Santiago falleció. Tomás lloró su partida, pero sabía que el anciano viviría para siempre en su corazón y en todo lo que le había enseñado. Decidió honrar su legado compartiendo todo lo aprendido con otros niños que, como él, necesitaban una mano amiga.

Tomás se convirtió en un educador ejemplar, transmitiendo el amor por la lectura y el conocimiento a cada niño que cruzaba su camino. El castillo, que una vez fue un lugar sombrío, se llenó de risas y aprendizaje.

Y así, la sabiduría de Don Santiago perduró a través de las generaciones, inspirando a muchos más niños a encontrar su propio tesoro en los libros y en el amor por el aprendizaje.

FIN.

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