El tesoro de la selva


Había una vez en la selva de Argentina, una familia muy especial.

Estaba compuesta por Aimara, una cucaracha muy valiente y aventurera; su hermana Sharon, una araña tejedora de telas maravillosas; su hermano Naldo, un saltamontes que siempre estaba lleno de energía; y sus papás Ramón el mono y Mona Machy. Un día soleado, mientras los animales se preparaban para ir a la escuela de la selva, Aimara tuvo una idea emocionante.

"¡Chicos! ¡Tengo una idea increíble! ¿Qué les parece si organizamos un concurso para ver quién puede recolectar más frutas deliciosas?"- exclamó Aimara entusiasmada. Todos los hermanos se miraron emocionados y aceptaron al instante.

Sin embargo, tenían que pedirle permiso a sus padres antes de comenzar con el desafío. "Mami, papi, queremos organizar un concurso para recolectar frutas. ¿Podemos hacerlo?"- preguntaron los tres hermanos al unísono. Ramon el mono y Mona Machy sonrieron orgullosos por la iniciativa de sus hijos y dieron su consentimiento.

Les recordaron que debían ser respetuosos con los demás animales y cuidar el medio ambiente mientras realizaban el concurso. Así comenzó la competencia.

Los tres hermanos salieron corriendo hacia diferentes partes de la selva en busca de las frutas más jugosas y dulces.

Aimara trepaba ágilmente por las ramas en busca de mangos maduros; Sharon tejía rápidamente su tela cerca del río, esperando atrapar alguna fruta que cayera de los árboles; y Naldo saltaba de hoja en hoja, recolectando deliciosas bayas. El tiempo pasaba y cada uno de ellos estaba orgulloso de su colección. Sin embargo, cuando se encontraron para comparar sus tesoros, quedaron sorprendidos.

"¡Wow! ¡Tienes muchas más frutas que nosotros!"- exclamó Sharon al ver las provisiones de Aimara. Aimara sonrió y les explicó su secreto. Durante su búsqueda, había conocido a una ardilla llamada Ramiro que le había enseñado a encontrar los mejores lugares para recolectar frutas.

Aimara decidió compartir esta información con sus hermanos para que también tuvieran éxito en el futuro. Llenos de gratitud hacia Aimara, los tres hermanos decidieron premiarla por su generosidad.

Juntos planearon una fiesta sorpresa en honor a la valiente cucaracha y le dieron un collar hecho con las semillas más brillantes y coloridas que habían encontrado durante el concurso. La fiesta fue un éxito total.

Todos los animales de la selva celebraron la amistad entre Aimara, Sharon y Naldo, así como su espíritu generoso y colaborativo. Desde aquel día, Aimara se convirtió en la líder del grupo. Siempre buscaba nuevas aventuras y compartía sus conocimientos con todos los demás animales de la selva.

Juntos aprendieron sobre el valor del trabajo en equipo, la importancia de compartir y cómo cada uno tiene habilidades únicas para contribuir al bienestar común. Y así vivieron felices en la selva argentina, siempre dispuestos a aprender y ayudar a los demás.

Porque, como decía Aimara, "la amistad y la generosidad son el verdadero tesoro que nos hace más fuertes".

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