El tesoro de la solidaridad
En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía un grupo de niños muy unidos: Martín, Lucía, Tomás y Valentina. Un día, mientras jugaban en el parque, vieron a un anciano muy triste que intentaba cargar varias bolsas de alimentos. Sin dudarlo, los niños corrieron a ayudarlo. "¿Puedo ayudarlo, señor?" preguntó Martín. El anciano, sorprendido por la amabilidad de los niños, les dijo que sí.
Los niños tomaron las bolsas y caminaron junto al anciano hasta su humilde hogar. Al llegar, descubrieron que el anciano, Don Emilio, vivía solo y apenas tenía comida para sobrevivir. Sensibilizados, los niños decidieron hacer algo al respecto. "¡Vamos a recolectar comida para Don Emilio!" exclamó Valentina emocionada. Los cuatro amigos se organizaron y repartieron volantes por todo el pueblo, pidiendo ayuda a los vecinos. La solidaridad se contagió rápidamente y, en poco tiempo, lograron recolectar una gran cantidad de alimentos.
Con alegría, llevaron los alimentos a la casa de Don Emilio, quien no podía creer la generosidad de los niños. A partir de ese día, los niños visitaban a Don Emilio regularmente, compartiendo juegos, risas y solidaridad. La noticia de la increíble acción de los niños se extendió por el pueblo, inspirando a otros a ayudar a quienes más lo necesitaban.
Los niños descubrieron que la solidaridad no solo ayuda a los demás, sino que también llena el corazón de alegría y satisfacción. Desde entonces, en Villa Esperanza, la solidaridad se convirtió en un tesoro preciado, gracias a la bondad y el espíritu de colaboración de cuatro valientes amigos.
FIN.