El tesoro de la verdadera amistad
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juan Castañeda. Desde que nació, todos notaron su nariz peculiar en forma de gancho, la cual decían que parecía la de una bruja.
A pesar de las burlas y miradas curiosas, Juan siempre mantuvo una sonrisa en su rostro y nunca se avergonzó de su apariencia.
Juan vivía con su mamá, ya que su papá los abandonó cuando era muy pequeño al ver la peculiaridad de la nariz del niño. Su mamá trabajaba duro como costurera para poder mantener a Juan y darle todo lo que necesitaba.
A pesar de no tener un padre presente, Juan siempre sintió el amor incondicional de su mamá y eso era suficiente para él. Un día, mientras jugaba en el parque del pueblo, Juan conoció a Martín, un niño travieso pero bondadoso que no se fijaba en la apariencia exterior de las personas.
Martín le dijo a Juan: "¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo?". Juan asintió emocionado y desde ese día se volvieron inseparables. Martín defendía a Juan cuando otros niños se burlaban de él por su nariz y juntos vivieron muchas aventuras.
Un día, mientras exploraban el bosque cercano al pueblo, encontraron un mapa antiguo que parecía llevar a un tesoro escondido. "¡Juan! ¡Esto es increíble! Debemos seguir este mapa y encontrar el tesoro", exclamó Martín emocionado.
"¡Sí! Será nuestra gran aventura", respondió Juan con entusiasmo. Los dos amigos siguieron las pistas del mapa enfrentando desafíos y superando obstáculos juntos.
Durante esta búsqueda del tesoro, aprendieron el valor de la amistad verdadera, la importancia de aceptarse mutuamente tal como son y descubrieron sus propias fortalezas interiores. Finalmente llegaron al lugar donde supuestamente estaba enterrado el tesoro. Para sorpresa de ambos no era oro ni joyas lo que encontraron allí; sino dos corazones brillantes tallados en piedra que representaban la amistad eterna. "Martín...
esto es maravilloso", dijo Juan con lágrimas en los ojos. "Sí, Juan. Este tesoro nos recuerda lo valioso que es tener un amigo verdadero como tú", respondió Martín con una sonrisa cálida.
Desde ese día, Juan y Martín continuaron siendo amigos inseparables compartiendo risas, aventuras y creando recuerdos inolvidables juntos.
Y aunque nunca encontraron riquezas materiales; descubrieron algo mucho más preciado: el tesoro invaluable de una amistad sincera basada en el respeto mutuo sin importar las diferencias físicas o apariencias exteriores.
FIN.