El Tesoro de las Emociones



En un colorido pueblo llamado Alegría, donde el sol siempre brillaba y los ríos sonaban como risas, vivía un pequeño niño llamado Diego. Aunque siempre estaba rodeado de amigos, un día se sintió triste sin saber por qué. "¿Por qué me siento así, abuelo?" - preguntó Diego. Su abuelo, un sabio anciano, le dijo: "Las emociones son como tesoros, Diego, algunas son brillantes, y otras son oscuras, pero todas son importantes."

Curioso, Diego decidió emprender una aventura para descubrir su tristeza. En el camino, se encontró con Carla, que estaba enojada porque su balón se había ido volando. "¡Esa nube trampa!" - gritó Carla. Diego, recordando las palabras de su abuelo, le invitó a buscar el balón juntos. Al final, encontraron el balón atrapado en un árbol y ambos rieron a carcajadas.

Luego, conocieron a Javi, que estaba asustado de no querer entrar a la nueva escuela. "No quiero dejar a mis amigos" - sollozó. Diego lo abrazó y le dijo: "Está bien sentir miedo, pero siempre habrá nuevas aventuras."

Al final del día, mientras todos compartían sus emociones, Diego se dio cuenta de que su tristeza se volvió más ligera. "¡Ahora entiendo!" - exclamó. "Las emociones me ayudan a ser más fuerte y a cuidar de mis amigos."

Así, el pequeño Diego comprendió que las emociones, sean buenas o malas, son tesoros que nos ayudan a crecer, hacer amigos y a ser mejores personas. Y desde entonces, nunca dejó de explorar su propio corazón y el de los demás.

FIN.

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