El tesoro de las emociones
Había una vez, en un lejano reino, un grupo de guardianes muy especiales. Ellos eran los encargados de cuidar y proteger a Draco, el último dragón mágico que habitaba en aquel lugar.
Estos guardianes poseían habilidades y cualidades únicas que les permitían cumplir con su importante misión. Cada uno de los guardianes tenía una habilidad específica.
El primero era Alegrito, un ser lleno de risas y sonrisas contagiosas que siempre lograba alegrar el día de quienes lo rodeaban. Luego estaba Tristina, quien podía sentir las emociones más profundas y consolar a aquellos que estaban tristes o necesitaban un hombro en el cual apoyarse. Enfurius era otro guardián del dragón.
Él tenía la capacidad de controlar la ira y ayudaba a mantener la calma cuando todo parecía salirse de control. Por otro lado, estaba Miedosa, una pequeña criatura temerosa pero valiente que sabía cómo enfrentar sus miedos y enseñaba a Draco a hacer lo mismo.
Sorprendrix era otra integrante del equipo de guardianes. Ella siempre encontraba la manera de sorprender a todos con sus juegos e ideas creativas.
Y por último, pero no menos importante, Amorina: una guardiana llena de amor incondicional que irradiaba ternura hacia todos los seres vivos. Un día, los guardianes descubrieron un antiguo libro mágico que hablaba sobre "la felicidad eterna".
Según este libro legendario, para alcanzarla debían encontrar las siete bolas mágicas escondidas en diferentes lugares del reino. Estas bolas representaban las emociones fundamentales: alegría, tristeza, enfado, miedo, sorpresa y amor. Decididos a cumplir con su misión y llevar la felicidad eterna a Draco y al reino, los guardianes comenzaron su búsqueda.
Cada uno se embarcó en una aventura única para encontrar una de las bolas mágicas. Alegrito buscó la bola de la alegría en un parque lleno de risas y juegos.
Tristina encontró la bola de la tristeza en una cueva oscura donde aprendió que llorar no era malo, sino liberador. Enfurius descubrió que el enfado estaba escondido detrás de un gran volcán, pero aprendió a controlarlo mediante técnicas de respiración y meditación.
Miedosa encontró la bola del miedo en un bosque tenebroso habitado por criaturas extrañas. Allí enfrentó sus mayores temores y descubrió que el coraje estaba dentro de ella todo este tiempo. Sorprendrix halló la bola de la sorpresa en un circo lleno de magia y acrobacias asombrosas.
Finalmente, Amorina llegó hasta el corazón mismo del reino para encontrar la última bola: el amor. Descubrió que estaba oculta en cada ser vivo del lugar y que solo debía abrir su corazón para sentirlo plenamente.
Con todas las bolas reunidas, los guardianes regresaron junto a Draco para entregarle ese gran regalo: "la felicidad eterna". Al juntar todas las emociones dentro del dragón, lograron despertar en él una sensación indescriptible de plenitud y armonía.
Desde ese día, Draco vivió en el reino como un dragón feliz y en paz. Los guardianes continuaron cuidándolo y protegiéndolo, recordándole siempre la importancia de expresar sus emociones de manera saludable.
Y así, gracias a la valentía y determinación de los guardianes, el reino vivió en una eterna felicidad llena de amor, alegría, tristeza, enfado, miedo y sorpresa. Porque todas las emociones son importantes para encontrar la verdadera felicidad. Fin.
FIN.