El tesoro de las especies marinas
Había una vez un niño llamado Lucas, a quien le encantaba jugar con sus juguetes. Tenía una gran colección de animales marinos de plástico: ballenas, tiburones, peces tropicales y hasta pulpos.
Pero Lucas siempre los tenía revueltos en su caja de juguetes. Un día, mientras jugaba en su habitación, Lucas se dio cuenta de que sería mucho más divertido si agrupara sus animales marinos por especies. Así que decidió organizarlos en grupos diferentes.
Primero, separó las ballenas y las colocó todas juntas en un rincón del cuarto. "-¡Mira qué bonitas quedan juntas! Ahora puedo ver lo grande que son", dijo emocionado. Después, reunió a los tiburones y los ubicó al lado de las ballenas.
"-¡Vamos amigos tiburones! ¡A nadar cerca de nuestras amigas ballenas!", exclamó Lucas con entusiasmo. Luego, agrupó a los peces tropicales y los puso en otro lugar. "-¡Qué colores tan brillantes tienen estos peces! Me encanta verlos juntos", comentó fascinado.
Finalmente, tomó todos los pulpos y formó un grupo aparte. "-Ustedes son muy graciosos con sus tentáculos largos. ¡Son mis favoritos!", expresó Lucas riendo. Lucas estaba feliz con su nueva forma de organizar sus animales marinos.
Cada grupo tenía características únicas que podía apreciar mejor al tenerlos juntos. Además, ahora podía encontrar fácilmente el animal que quería jugar sin tener que buscar entre la caja desordenada. Pero la historia no termina ahí.
Un día, mientras Lucas estaba en la escuela, sus juguetes cobraron vida mágicamente. Las ballenas comenzaron a nadar por el aire, los tiburones saltaban en el suelo, los peces tropicales bailaban y los pulpos se deslizaban por las paredes.
Cuando Lucas regresó a casa y abrió la puerta de su habitación, quedó asombrado al ver su cuarto lleno de vida marina. Los animales lo saludaron con alegría. "-¡Hola Lucas! ¡Gracias por agruparnos! Ahora podemos jugar juntos", dijeron todos al unísono.
Lucas no podía creer lo que veían sus ojos. Su sueño de tener amigos marinos viviendo en su habitación se había hecho realidad. "-¡Esto es increíble!", exclamó emocionado. Desde ese día, Lucas pasaba horas jugando con sus nuevos amigos marinos.
Juntos exploraban océanos imaginarios, construían castillos submarinos y vivían aventuras emocionantes. La lección que aprendió Lucas fue que organizar las cosas puede traer orden y felicidad a nuestra vida.
Además, descubrió que cuando compartimos nuestras experiencias con otros seres vivos, podemos crear momentos mágicos e inolvidables. Así que recuerda: si tienes juguetes o cualquier otra cosa desordenada en tu cuarto, tómate un tiempo para organizarlos como hizo Lucas.
Quién sabe qué sorpresas mágicas te esperan al otro lado del orden.
FIN.