El tesoro de las galletas generosas



Había una vez un nene llamado Mateo, a quien le encantaba comer galletas de chocolate.

Todos los días, al salir de la escuela, corría a su casa para disfrutar de unas deliciosas galletas que su mamá le preparaba con mucho cariño. Un día, mientras Mateo estaba en el parque jugando con sus amigos, se dio cuenta de que alguien había dejado caer un mapa en el suelo. Lo recogió y vio que parecía llevar a un lugar misterioso.

Con la emoción corriendo por sus venas, decidió seguir el mapa junto a sus amigos. Caminaron por un sendero lleno de árboles altos y flores coloridas hasta llegar a una cueva escondida detrás de una cascada.

El corazón de Mateo latía con fuerza mientras se adentraban en la oscuridad de la cueva siguiendo las indicaciones del mapa. De repente, una luz brillante iluminó el camino y descubrieron un tesoro lleno de galletas de chocolate.

- ¡Guau! ¡Miren todas estas galletas! -exclamó Mateo emocionado. - Parece que este era el verdadero tesoro al final del mapa -dijo uno de sus amigos sorprendido. Mateo no podía creer su suerte.

Se sentía como si estuviera en un sueño hecho realidad rodeado de montones y montones de galletas de chocolate. Sin embargo, recordó las enseñanzas de su mamá sobre compartir y ser generoso. - Chicos, creo que deberíamos compartir este tesoro con todos en el pueblo -propuso Mateo.

Sus amigos asintieron y juntos empacaron varias bolsitas con galletas para repartir entre los vecinos. La noticia se corrió rápidamente y pronto toda la comunidad estaba disfrutando del dulce regalo encontrado por Mateo y sus amigos.

La generosidad y amabilidad del nene se convirtieron en leyenda en el pueblo. Desde ese día, cada vez que comían galletas de chocolate recordaban la increíble aventura vivida gracias al valor compartido entre amigos.

Y así, Mateo aprendió que más allá del sabor exquisito de las galletas, lo más importante era compartir momentos especiales con quienes más queremos. Y aunque nunca volvieron a encontrar otro tesoro como aquel, sabían que la verdadera riqueza estaba en tener amigos con quienes disfrutarla.

FIN.

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