El tesoro de las palabras
Karla vivía con sus padres en una casita de madera cerca del río. Aunque el pueblo era pequeño, siempre había algo interesante que descubrir. Karla amaba explorar los bosques y aprender sobre la naturaleza que la rodeaba.
Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, Karla vio a un señor mayor sentado en un banco, leyendo un libro enorme. Sus ojos se iluminaron de alegría y decidió acercarse a él.
"Hola señor, ¿qué estás leyendo?"- preguntó Karla con entusiasmo. El señor sonrió y le mostró el libro. "Estoy leyendo una increíble historia sobre piratas aventureros y tesoros escondidos". Karla sintió su corazón latir más rápido.
Le encantaban las historias de aventuras y secretos ocultos. "¡Eso suena fascinante! ¿Me enseñarías a leer para poder disfrutar de esas historias también?"El señor asintió con cariño. "Claro que sí, pequeña. Leer abre puertas a mundos maravillosos llenos de imaginación y conocimiento.
"Desde ese día, el señor se convirtió en el maestro de lectura de Karla. Todos los días después del colegio, ella iba corriendo hacia su casa para aprender nuevas palabras e historias emocionantes. Pero no todo fue fácil para Karla.
A medida que avanzaba en su aprendizaje, se dio cuenta de que algunas palabras eran difíciles de entender. Se frustraba cuando no podía pronunciarlas correctamente o comprender su significado.
Una tarde soleada, mientras caminaba por el bosque, Karla encontró un viejo árbol con inscripciones talladas en su tronco. Se acercó y comenzó a leer las palabras grabadas. Para su sorpresa, ¡era una poesía hermosa!"¡Wow! Esto es increíble", exclamó Karla emocionada.
El árbol pareció susurrarle al oído:"La lectura tiene muchas formas, querida Karla. No solo se trata de libros, sino también de la poesía que flota en el aire y las historias que viven en cada rincón del mundo".
Karla sonrió y agradeció al árbol mágico por su sabiduría. A partir de ese momento, decidió explorar diferentes formas de lectura: desde cuentos ilustrados hasta canciones pegadizas. Con el tiempo, Karla se convirtió en una lectora voraz.
Leía cuentos para niños pequeños en la biblioteca del pueblo e incluso creaba sus propias historias para compartir con sus amigos. Un día, mientras jugaba cerca del río con sus amigos, encontraron un mapa antiguo tirado entre las rocas.
"¡Es un mapa del tesoro!", gritó uno de ellos emocionado. Karla tomó el mapa y lo estudió detenidamente. "Chicos, ¿qué tal si seguimos este mapa y buscamos ese tesoro? Será como vivir nuestra propia aventura".
Todos asintieron entusiasmados y se adentraron en el bosque siguiendo las indicaciones del mapa. Después de mucho caminar y buscar entre los árboles altos, finalmente encontraron un cofre lleno de libros. "¡Es el tesoro más valioso que podríamos haber encontrado!", exclamó Karla emocionada.
Los amigos se sentaron alrededor del cofre y comenzaron a leer juntos. Rieron, soñaron y aprendieron mientras exploraban las páginas llenas de historias sorprendentes.
Karla entendió entonces que la verdadera magia de la lectura no radica en los libros o tesoros físicos, sino en el mundo imaginario que se crea en nuestra mente. La lectura es un regalo maravilloso que nos permite viajar sin movernos, aprender sin límites y soñar sin restricciones.
Y así, Karla continuó su aventura literaria, inspirando a otros niños a descubrir el poder de las palabras. Su pequeño pueblo nunca volvió a ser el mismo: ahora estaba lleno de risas, sueños y libros por todas partes.
FIN.