El tesoro de las palabras mágicas



Había una vez tres hermanas llamadas Jose, Fran y Berni que estaban muy emocionadas porque sus papás las llevaron a pasar unos días de diversión en la playa de Maitencillo.

Las hermanas no podían esperar para explorar la arena dorada, jugar en el agua azul y construir castillos de arena. El primer día, las hermanas se levantaron temprano y corrieron hacia la playa con sus baldes y palas en mano.

Estaban tan felices que comenzaron a reír y saltar alrededor como si no hubiera mañana. Mientras jugaban, Fran encontró una almeja marina brillante enterrada en la arena. Ella estaba fascinada por su belleza y decidió guardarla como un tesoro especial.

Luego, mientras seguían jugando, Jose vio algo extraño flotando en el agua. - ¡Chicas! ¡Vengan rápido! -gritó Jose emocionada-. ¡Hay una botella con un mensaje adentro! Las tres hermanas se acercaron rápidamente y sacaron el mensaje de la botella.

Decía: "Queridas aventureras, si quieren descubrir un verdadero tesoro escondido en esta playa, deben seguir las pistas". -¡Un tesoro! -exclamaron las tres al mismo tiempo. Siguiendo las indicaciones del mensaje, caminaron hacia unas rocas grandes cerca del faro.

Allí encontraron otra pista que les decía que buscaran bajo una palmera solitaria. Después de mucho buscar debajo de diferentes palmeras sin éxito, Berni tuvo una idea brillante. -¡Chicas! ¿Y si cavamos un poco alrededor de cada palmera? Tal vez el tesoro esté enterrado.

Las hermanas comenzaron a cavar con sus palas y, debajo de la tercera palmera, encontraron una pequeña caja. Dentro había un mapa que les mostraba el camino hacia una cueva secreta en la montaña.

Emocionadas por su descubrimiento, las hermanas corrieron hacia la montaña siguiendo el mapa. Cuando llegaron a la cueva, se adentraron valientemente en su interior oscuro. Con ayuda de sus linternas, exploraron cada rincón hasta que finalmente encontraron un cofre antiguo.

-¡Es aquí! ¡El tesoro está aquí! -exclamó Fran emocionada. Con cuidado, abrieron el cofre y quedaron asombradas por lo que encontraron: no eran monedas ni joyas preciosas, sino libros. -¿Libros? -preguntó Jose confundida-.

¿Es esto el verdadero tesoro? De repente, una voz resonó en la cueva:-Queridas aventureras, los libros son tesoros invaluables. A través de ellos podrán aprender y descubrir mundos maravillosos sin límites.

Era un sabio anciano que vivía escondido en la cueva y les explicó cómo los libros podían llevarlas a lugares increíbles sin necesidad de moverse de donde estaban. Les contó historias mágicas sobre princesas valientes y piratas aventureros que inspiraban a las hermanas a imaginar y soñar más allá de lo conocido.

Las tres hermanas se dieron cuenta de que habían encontrado un tesoro mucho más valioso que cualquier joya o moneda. Ahora, cada vez que visitaban la playa de Maitencillo, llevaban consigo sus libros favoritos y se perdían en mundos llenos de aventuras.

Y así, Jose, Fran y Berni aprendieron que los verdaderos tesoros no siempre están hechos de oro y plata, sino que pueden encontrarse en las páginas de un libro.

Desde ese día, nunca dejaron de explorar el mundo a través de la lectura y compartieron su amor por los libros con todos aquellos que conocieron.

FIN.

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