El tesoro de las semillas



Había una vez una niña llamada Antonela, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Antonela era una niña muy curiosa y aventurera, siempre estaba buscando algo nuevo que hacer.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una pequeña gatita negra y blanca. La gatita parecía perdida y asustada, así que Antonela decidió llevarla a casa con ella.

Desde ese día, la gatita se convirtió en la fiel compañera de aventuras de Antonela. Le puso el nombre de Beily y juntas exploraban cada rincón del pueblo. Una tarde, mientras jugaban en el bosque, Beily corrió hacia un árbol enorme que tenía un agujero en su tronco.

Antonela fue detrás de ella para ver qué había encontrado su amiga felina. - ¿Qué hay ahí dentro? -preguntó Antonela emocionada. Beily maulló como si quisiera decirle algo a Antonela. - ¿Un tesoro? -preguntó la niña sonriendo.

Antonela metió la mano dentro del agujero del árbol y sacó un pequeño cofre dorado. Dentro había un mapa antiguo con dibujos extraños e indicaciones escritas a mano. - ¡Esto es increíble! -exclamó Antonela emocionada-.

¡Es un mapa del tesoro! Las dos amigas comenzaron a seguir las instrucciones del mapa. Caminaron durante horas hasta llegar a una cueva oculta detrás de unas rocas enormes. Cuando entraron en la cueva vieron brillar algo en la oscuridad. - ¡Es el tesoro! -gritó Antonela emocionada.

Pero cuando se acercaron, descubrieron que no era un tesoro de oro y joyas, sino una caja con semillas de diferentes plantas. Había semillas de flores, frutas y verduras. Antonela abrió la caja y tomó las semillas en sus manos.

Beily maulló a su lado como si estuviera igualmente emocionada. - Esto es maravilloso -dijo Antonela-. Podremos plantar estas semillas en nuestro jardín y tener nuestras propias flores, frutas y verduras.

Regresaron a casa muy felices con su nuevo tesoro. Plantaron las semillas en el jardín detrás de la casa y cuidaron de ellas todos los días.

Poco a poco, las semillas comenzaron a crecer y pronto el jardín estaba lleno de hermosas flores multicolores, árboles frutales cargados de deliciosos manzanos y fresas dulces listas para ser cosechadas. Antonela aprendió que no todo lo que brilla es oro, pero aun así puede ser un gran tesoro.

Las semillas se convirtieron en algo más valioso para ella que cualquier cosa material podría haber sido jamás. Desde ese día, Antonela continuó explorando el mundo junto a Beily, siempre buscando nuevas aventuras e inspiración para hacer crecer su jardín aún más grande.

FIN.

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