El Tesoro de los Capitanes Ño
Había una vez en la tierra del juego, dos pelotas muy traviesas: una de rugby y otra de basket. Un día, mientras rodaban por el campo, se encontraron con una carita feliz. La carita dijo 'pumpapum', y de repente, apareció un corazón brillante que no paraba de brillar.
Las pelotas, sorprendidas, se acercaron a la carita feliz para preguntarle qué significaba todo eso. La carita les contó que el corazón brillante era el regalo mágico que aparecía cuando se encontraba algo especial, un tesoro. Y para encontrar el tesoro, debían seguir las instrucciones que les daba. Rápidamente, la carita les indicó que el tesoro de los Capitanes Ño estaba esperando, pero debían tener cuidado, ya que no podían tocar el tesoro directamente.
Las pelotas, emocionadas por la aventura, se pusieron en marcha. Pronto llegaron a un campo de chocolate, donde había una gran cantidad de monedas y una llave brillante. '¡Ese debe ser el tesoro de los Capitanes Ño!' exclamó la pelota de rugby. 'Pero recuerda lo que nos dijo la carita feliz, no podemos tocarlo directamente', recordó la pelota de basket.
-'¿Entonces cómo haremos para obtener el tesoro sin tocarlo?' se preguntó la pelota de rugby.
-'Debemos ser inteligentes y encontrar una forma segura de conseguirlo', respondió la pelota de basket.
Las pelotas pensaron y pensaron, hasta que la pelota de rugby dijo: '¡Ya sé! Podemos usar la llave para desbloquear el tesoro y las monedas para empujarlo hacia nosotras'.
Siguiendo el plan, la pelota de basket utilizó la llave para abrir el tesoro, y la pelota de rugby usó las monedas para atraerlo hacia ellas. Una vez que tuvieron el tesoro a su alcance, las pelotas rodaron alrededor de él con mucho cuidado hasta que finalmente lo tuvieron cerca.
-'¡Lo logramos, tenemos el tesoro de los Capitanes Ño!' exclamaron las pelotas felices. De repente, el tesoro se abrió y de él brotaron dulces y chocolates deliciosos. Las pelotas se miraron entre sí con alegría y compartieron los dulces, disfrutando de su merecido tesoro.
Al final, las pelotas aprendieron que con ingenio, trabajo en equipo y cuidado, podían superar cualquier desafío y obtener grandes recompensas. Y así, continuaron rodando juntas en busca de nuevas aventuras, recordando siempre la valiosa lección que habían aprendido en su viaje.
FIN.