El Tesoro de los Juguetes
En un pequeño pueblo vivía una niña llamada Sofía, a quien le encantaba jugar con sus numerosos juguetes. Sin embargo, tenía un problema: no le gustaba compartirlos con sus compañeros de clase.
Siempre los guardaba celosamente en su habitación, sin permitir que nadie más los disfrutara. Esto generaba tristeza y enojo en los demás niños, quienes anhelaban poder divertirse con los juguetes de Sofía.
Un día, la maestra de Sofía organizó una actividad en la que todos los niños debían llevar un juguete para intercambiar con sus compañeros. Al principio, Sofía se negó rotundamente a participar. -No me interesa intercambiar mis juguetes. Son míos y no quiero que nadie más los toque, dijo con firmeza.
A pesar de las súplicas de sus padres y maestros, Sofía se mantuvo inflexible en su postura.
La actividad se llevó a cabo y todos los niños disfrutaron intercambiando juguetes, excepto Sofía, quien se quedó a un lado, viendo con tristeza cómo los demás se divertían. Esa noche, antes de dormir, mientras observaba sus juguetes perfectamente organizados en su habitación, sintió un profundo vacío en su corazón. De repente, un destello brillante llamó su atención. Era un extraño cofre que nunca antes había visto.
Al abrirlo, descubrió que estaba lleno de juguetes mágicos, los cuales le hablaban con voces suaves. -Sofía, nosotros somos el Tesoro de los Juguetes y hemos sido testigos de tu actitud de egoísmo.
Te daremos la oportunidad de enmendar tus acciones participando en una aventura extraordinaria. Al día siguiente, Sofía despertó con una determinación renovada. Decidió llevar el cofre mágico a la escuela y compartirlo con sus compañeros.
Al ver la emoción en los rostros de los demás niños, Sofía experimentó una sensación de dicha y plenitud que nunca había sentido antes. A medida que los días pasaban, Sofía se convirtió en una niña generosa y amable, aprendiendo el valor de la empatía y la importancia de compartir.
Y así, el Tesoro de los Juguetes y la valiosa lección que había aprendido acompañaron a Sofía y a sus compañeros en innumerables aventuras, recordándoles que la verdadera riqueza se encuentra en el corazón y en el acto desinteresado de compartir.
FIN.