El Tesoro de los Recuerdos



Había una vez un niño llamado Juanito, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Todos los días, Juanito caminaba por el monte para visitar a su abuelita que vivía al otro lado.

Siempre decía que no creía en duendes ni en cosas fantásticas, porque solo creía en lo que podía ver con sus propios ojos. Pero un día, mientras caminaba por el monte como de costumbre, algo extraordinario ocurrió.

De repente, se encontró cara a cara con un pequeño duende verde. Era el Duende de la Memoria y le dijo: "¡Hola Juanito! ¿Me ves? ¡Ves que si existo! Pues mañana te habrás olvidado de mí porque soy tu memoria".

Juanito quedó asombrado por aquel encuentro inesperado. Nunca antes había visto algo tan mágico como un duende. Pero también estaba confundido por las palabras del Duende de la Memoria. No entendía cómo podría olvidarlo al día siguiente.

El duende sonrió y explicó: "Juanito, yo soy quien te ayuda a recordar todas las cosas importantes en tu vida: tus nombres favoritos, los colores que te gustan y hasta cómo llegar a casa de tu abuelita.

Sin mí, tus recuerdos desaparecerían poco a poco". Juanito comenzó a comprender la importancia de la memoria y se preocupó por perderla al día siguiente. Entonces le preguntó al Duende de la Memoria qué podía hacer para conservarla. El duende respondió amablemente: "No te preocupes, Juanito.

La memoria es como un músculo que debes ejercitar. Puedes hacerlo leyendo libros, aprendiendo cosas nuevas y recordando momentos felices con tu familia y amigos. Cuanto más ejercites tu memoria, más fuerte se volverá".

Juanito asintió con entusiasmo y prometió que cuidaría de su memoria. Desde ese día, comenzó a leer más libros, a aprender cosas nuevas en la escuela y a pasar tiempo jugando juegos de memoria con sus amigos.

Con el paso del tiempo, Juanito se dio cuenta de lo maravilloso que era tener una buena memoria. Recordaba las historias divertidas que le contaba su abuelita, los cumpleaños de sus amigos e incluso cómo resolver problemas matemáticos difíciles en la escuela.

Un día, mientras caminaba por el monte para visitar a su abuelita como solía hacerlo, se encontró nuevamente con el Duende de la Memoria. Esta vez, no estaba asustado ni sorprendido; estaba feliz de verlo.

El duende sonrió y dijo: "¡Hola Juanito! Veo que has estado cuidando bien de tu memoria. ¡Estoy orgulloso de ti!"Juanito le agradeció al duende por enseñarle lo importante que era tener una buena memoria y cómo mantenerla viva.

A partir de ese día, nunca olvidó la importancia de recordar las cosas importantes en su vida. Y así fue como Juanito aprendió una valiosa lección sobre la importancia de la memoria gracias al Duende de la Memoria.

Desde entonces, siempre valoró cada recuerdo y se esforzó por mantenerlos vivos en su mente. Fin

FIN.

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