El Tesoro de los Sueños



Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los colores nunca dejaban de brillar y las risas se escuchaban en cada rincón. Allí vivían dos amigos inseparables: Leo, un niño soñador lleno de curiosidad, y Lina, una niña valiente con una imaginación desbordante.

Un día, mientras exploraban el bosque encantado que rodeaba el pueblo, encontraron un antiguo mapa escondido bajo una piedra brillante.

"¿Qué será esto, Lina?" - preguntó Leo, sosteniendo el mapa con emoción.

"Parece un mapa del tesoro. ¡Mirá! Tiene dibujadas estrellas y montañas..." - exclamó Lina.

Con sus corazones latiendo de emoción, decidieron seguir el mapa. La primera pista los llevó a una cueva oscura y misteriosa. Al entrar, se encontraron con un guardián de luz que les sonrió cálidamente.

"Para avanzar, deben resolver un acertijo" - dijo el guardián. "Si lo logran, la puerta mágica se abrirá y podrán continuar su aventura".

"Estamos listos", respondió Leo con determinación.

"Dime, guardián, ¿cuál es el acertijo?" - preguntó Lina.

El guardián pronunció: "Soy algo que vuela sin alas, que brilla con luz propia, que siempre está cambiando y nunca se detiene. ¿Qué soy?"

Ambos miraron al cielo pensando.

"¡Ya sé!" - gritó Lina. "¡Son los sueños!"

El guardián sonrió y asintió. "Correcto. Pueden pasar".

La puerta mágica se abrió con un destello de luz. Al atravesar la entrada, se encontraron en un hermoso prado lleno de flores de todos los colores.

"Mirá, Leo, son tan hermosas. Pero, ¿dónde está el tesoro?" - preguntó Lina.

"Quizás el tesoro se encuentre en el siguiente lugar del mapa", sugirió Leo.

Siguiendo las indicaciones, llegaron a un lago de aguas cristalinas. Pero para cruzarlo, debían encontrar a una tortuga sabia que les daría un consejo.

"La tortuga debe estar aquí en algún lugar" - dijo Lina.

"Vos buscá por el lado derecho, yo por el izquierdo".

Al poco tiempo, Leo gritó: "¡La encontré!"Hola, pequeña tortuga, necesitamos su ayuda" - dijo Lina.

La tortuga, con voz suave, respondió: "Claro, pero para cruzar el lago deben demostrar valor. Muestren lo que son capaces de hacer juntos".

"Tenemos que unir nuestras fuerzas, si somos fuertes juntos, seguro lo lograremos" - dijo Leo.

Lina asintió, y juntos comenzaron a construir una balsa con troncos y flores. La tortuga observó con atención y, al final, les dijo:

"El verdadero tesoro está en la amistad y el trabajo en equipo. Ustedes han sido brillantes juntos".

Con un movimiento de su aleta, la tortuga les mostró una pequeña isla en el centro del lago.

"Ahí encontrarán el tesoro que buscan" - dijo antes de sumergirse.

Al llegar a la isla, encontraron un cofre antiguo cubierto de lianas y flores. Con mucha emoción, abrieron el cofre y, para su sorpresa, no había oro ni joyas, solo un espejo mágico.

"¿Qué es esto?" - preguntó Leo, decepcionado.

"Quizás es un espejo de cuentos" - sugirió Lina, acercándose al objeto.

Al mirarse en el espejo, los dos amigos vieron reflejados sus sueños.

"Este espejo muestra nuestros deseos más profundos" - explicó Lina. "Mirá, yo quiero ser escritora de cuentos de aventuras y vos..."

"Yo quiero descubrir nuevos mundos como un gran explorador" - completó Leo.

El espejo les habló: "El verdadero tesoro está en seguir tus sueños. Nunca dejes que nada ni nadie te diga que no puedes alcanzarlos. Todo lo que necesitas está dentro de ti".

Leo y Lina se miraron y supieron que habían vivido una aventura inolvidable, no solo buscando un tesoro, sino descubriendo sus propias pasiones y la importancia de la amistad.

Al regresar a su pueblo, compartieron su historia con todos, inspirando a otros a perseguir sus sueños. Y así, en Arcoíris, quedaron grabados no solo los colores visibles, sino los colores de la imaginación y los deseos de cada niño y niña.

Desde entonces, siempre que veían el reflejo del lago o el brillo del sol, recordaban que el verdadero tesoro estaba en sus corazones, y que juntos, podían llegar a donde quisieran.

FIN.

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