El Tesoro de Lucas
Lucas era un niño que tenía un montón de juguetes, pero había uno que le encantaba más que a nada: un dragón de peluche que podía volar.
Cada vez que sus amigos venían a jugar, él se aseguraba de mantenerlo bien guardado y les decía -Este es mi dragón, no pueden tocarlo! -. Pero una tarde, mientras jugaba solo, Lucas escuchó risas en el parque. Al asomarse, vio a sus amigos volando cometas y pasándola genial.
Sintió una punzada en su corazón y pensó que tal vez les hubiera gustado jugar con su dragón de peluche. Después de dudar un rato, decidió acercarse y dijo -¿Quieren conocer a mi dragón de peluche? Creo que puede volar también-.
Sus
amigos, sorprendidos y emocionados, corrieron hacia él. Al ver la alegría en sus rostros, Lucas se dio cuenta de que compartir su juguete no solo era divertido, sino que también los hacía felices.
Desde ese día, el dragón no solo voló en sus manos, sino que también llevó mucha alegría a quienes lo rodeaban. A partir de entonces, Lucas aprendió que compartir podía hacer que todos jugaran y se divirtieran más, convirtiendo su tesoro en un regalo para todos sus amigos.
FIN.