El tesoro de Martín
Había una vez, en un lejano reino de la edad antigua, un pequeño niño llamado Martín. Martín era valiente y soñaba con convertirse en un gran héroe épico.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Martín encontró un viejo mapa que mostraba la ubicación de un tesoro escondido. Emocionado por esta increíble oportunidad, decidió emprender una aventura para encontrarlo.
Martín se puso su capa roja y agarró su espada de madera antes de partir hacia el lugar indicado en el mapa. Siguiendo las instrucciones, caminó durante horas hasta llegar a una cueva oscura y misteriosa.
Al entrar en la cueva, Martín se encontró con una sorpresa inesperada: ¡un dragón feroz bloqueando su camino! El dragón era enorme y escupía fuego por la boca. Pero Martín no se asustó; recordó las historias de los héroes épicos que había escuchado y decidió enfrentarlo. "¡Hola, señor dragón!", dijo Martín con valentía.
"Estoy buscando un tesoro escondido aquí dentro". El dragón lo miró sorprendido por la audacia del pequeño niño. Decidió darle una oportunidad y le dijo: "Si puedes superar tres pruebas desafiantes, te permitiré pasar".
La primera prueba consistió en cruzar un río lleno de serpientes venenosas. Con concentración y habilidad, Martín saltó sobre las serpientes sin ser mordido ni una sola vez. "¡Listo para la siguiente prueba!", exclamó Martín. La segunda prueba fue enfrentarse a un laberinto oscuro y confuso.
Martín recordó las lecciones de su abuelo sobre cómo resolver laberintos y, con paciencia, logró encontrar el camino correcto hasta la salida. "¡Solo una prueba más!", dijo Martín decidido.
La última prueba era trepar por una montaña empinada y rocosa. El viento soplaba fuerte y algunas piedras se desprendían, pero Martín no se rindió. Con cada paso que daba, se acercaba más al tesoro esperado.
Finalmente, después de superar todas las pruebas, Martín llegó a una sala llena de oro y joyas brillantes. Sin embargo, en lugar de tomar todo para sí mismo, decidió repartir el tesoro entre los necesitados del reino. Martín regresó a casa como un verdadero héroe épico.
Su valentía y generosidad lo convirtieron en un modelo a seguir para todos los niños del reino.
Y así fue como el pequeño niño cumplió su sueño de convertirse en un verdadero héroe: no solo por sus habilidades físicas, sino también por su bondad hacia los demás. Y desde aquel día, cada vez que alguien necesitaba ayuda o coraje en el reino, recordaban la historia del valiente Martín y encontraban inspiración para enfrentar cualquier desafío con determinación y compasión.
FIN.