El tesoro de Mathías



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mathías. Él era el hermano mayor de cinco hermanos y vivían en una modesta casita junto a sus padres.

A pesar de su corta edad, Mathías siempre pensaba en cómo ayudar a su familia. Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, vio un cartel que decía: "Se busca ayudante para la granja del señor García".

Mathías sabía que esa podría ser su oportunidad para trabajar y contribuir con el sustento familiar. Sin perder tiempo, se presentó ante el señor García y le explicó cuánto deseaba trabajar.

El amable dueño de la granja lo miró con simpatía y le dijo: "Mathías, eres muy joven todavía, pero si estás dispuesto a aprender y trabajar duro, te daré una oportunidad". Desde ese día, Mathías se levantaba temprano todas las mañanas y se dirigía a la granja del señor García.

Allí aprendió todo sobre los animales de la granja: cómo alimentarlos, cuidarlos e incluso ordeñar las vacas. Aunque algunas tareas eran difíciles y agotadoras para él debido a su corta edad, nunca se rindió.

Con cada día que pasaba, Mathías se volvía más hábil en su trabajo. El señor García estaba impresionado por su dedicación y esfuerzo constantes. Un día le dijo: "Mathías, estoy realmente orgulloso de ti. Eres un verdadero ejemplo de perseverancia".

Mientras tanto, en casa las cosas no iban tan bien como antes. La economía del pueblo estaba empeorando y los padres de Mathías tenían dificultades para conseguir trabajo. La familia estaba preocupada por cómo iban a pagar las cuentas y darle de comer a todos.

Mathías, con su corazón lleno de amor y preocupación por su familia, decidió que era hora de hacer algo más. Recordó que en el bosque cercano había un árbol donde solían jugar cuando eran niños.

Había escuchado historias sobre un tesoro escondido allí, pero nunca le había dado importancia. Con una idea en mente, Mathías se aventuró al bosque. Buscó el viejo árbol y comenzó a excavar con sus manos pequeñas pero fuertes.

Después de mucho esfuerzo, encontró una caja enterrada profundamente bajo tierra. Al abrir la caja, Mathías no podía creer lo que veían sus ojos: ¡estaba llena de monedas de oro! Sin perder tiempo, llevó el tesoro a casa para mostrárselo a su familia.

Cuando sus padres vieron el tesoro, se quedaron sin palabras. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras abrazaban a Mathías con gratitud y alegría.

Ahora tenían suficiente dinero para resolver sus problemas económicos y asegurar un futuro mejor para toda la familia. La noticia del hallazgo se corrió rápidamente por el pueblo y todos admiraban la valentía y determinación de Mathías.

Incluso el señor García quiso felicitarlo personalmente: "Mathías, has demostrado ser un verdadero héroe en tu familia y en nuestro pueblo". Desde ese día, Mathías siguió trabajando duro en la granja del señor García, pero también encontró tiempo para estudiar y aprender cosas nuevas.

Se convirtió en un ejemplo de perseverancia y valentía para todos los niños del pueblo. Y así, gracias al esfuerzo de Mathías y la fortuna que había encontrado, su familia pudo superar las dificultades económicas y vivir una vida más cómoda.

Pero lo más importante de todo, aprendieron el valor del trabajo duro, la perseverancia y el amor familiar.

FIN.

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