El tesoro de Pilar de la Horadada



Había una vez en el hermoso pueblo de Pilar de la Horadada, Alicante, una niña llamada Cristina. Cristina era una niña curiosa y aventurera que siempre estaba en busca de nuevas experiencias.

Pero lo que más le gustaba era explorar el patrimonio cultural de su querido pueblo. Un día, mientras paseaba por las calles del centro histórico, Cristina encontró un mapa antiguo escondido entre los libros de la biblioteca municipal.

El mapa mostraba un tesoro oculto en algún lugar del pueblo. Sin pensarlo dos veces, decidió embarcarse en una emocionante aventura junto a su fiel compañero animal, su gato llamado Pelusa. Siguiendo las indicaciones del mapa, llegaron a la iglesia parroquial Nuestra Señora del Pilar.

En la entrada principal se encontraron con un guardián muy especial: Don Ramón, el sacristán. Don Ramón les dijo que para encontrar el tesoro debían resolver un acertijo relacionado con el campanario.

"¡Hola Don Ramón! ¿Podrías ayudarnos a resolver este acertijo?", preguntó Cristina emocionada. Don Ramón sonrió y respondió: "Claro que sí, pequeña aventurera. Dime cuál es el acertijo".

Cristina leyó en voz alta: "En cada hora señalo con fuerza y destello; soy quien anuncia al pueblo cuando llega el nuevo día y también cuando se hace noche". Don Ramón reflexionó durante unos segundos y luego exclamó: "¡El reloj del campanario!"Cristina miró hacia arriba y vio un enorme reloj ubicado sobre la entrada de la iglesia.

Corrió hacia él y descubrió que las manecillas del reloj estaban marcando una hora en particular: las 6 en punto. Siguiendo su intuición, Cristina movió las manecillas para que marcaran las 12 en punto.

De repente, se escuchó un ruido proveniente del campanario y una puerta secreta se abrió revelando un pasadizo oscuro. Sin temor alguno, Cristina y Pelusa entraron al pasadizo y comenzaron a explorar.

Caminaron por túneles estrechos hasta llegar a una sala llena de tesoros antiguos, incluyendo monedas de oro y joyas brillantes. "¡Increíble! ¡Hemos encontrado el tesoro!", exclamó Cristina emocionada. Pero justo cuando iba a agarrar una moneda, se escuchó un estruendo detrás de ellos.

Era Don Ramón quien los seguía desde atrás. "Lo siento pequeña aventurera, pero ese tesoro pertenece al pueblo", dijo Don Ramón con seriedad. Cristina comprendió que el verdadero tesoro era el patrimonio cultural de su pueblo, algo que debía ser protegido y compartido con todos.

Con gran valentía, decidió devolver todo lo encontrado a Don Ramón para que fuera guardado adecuadamente en el museo local. Desde aquel día, Cristina dedicó su tiempo a aprender más sobre el patrimonio cultural del Pilar de la Horadada.

Visitaba museos, leía libros históricos y participaba en actividades culturales junto a sus amigos del pueblo. Y así fue como Cristina descubrió que la verdadera aventura estaba en conocer y valorar el patrimonio cultural de su querido pueblo.

Y junto a Pelusa, continuó viviendo emocionantes aventuras mientras aprendían sobre la historia y las tradiciones de su amado Pilar de la Horadada.

FIN.

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