El tesoro de Tomás
Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Tomás era muy bueno y siempre trataba de ayudar a los demás, aunque su familia no tenía mucho dinero.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, Tomás encontró una puerta escondida entre los árboles. La puerta parecía antigua y misteriosa, con extraños símbolos tallados en ella. Lleno de curiosidad, decidió abrirla.
Al cruzar la puerta, Tomás se encontró inmerso en un mundo completamente diferente. El paisaje era maravilloso: praderas verdes interminables y ríos cristalinos que serpenteaban por todo el lugar.
Pero lo más asombroso eran las criaturas que habitaban ese mundo: hadas juguetonas volando por todas partes y animales parlantes. Tomás estaba fascinado con todo lo que veía y comenzó a explorar este nuevo mundo con entusiasmo. Pronto hizo amigos con algunos animales amigables como Mateo el zorro inteligente y María la ardilla veloz.
Un día, mientras caminaba por el prado, escuchó unas risitas provenientes de detrás de unos arbustos. Se acercó sigilosamente y descubrió a dos haditas discutiendo sobre qué hacer con un tesoro perdido que habían encontrado.
Intrigado por la situación, Tomás se ofreció para ayudarlas a encontrar al dueño del tesoro perdido. Las haditas aceptaron encantadas y juntos comenzaron una emocionante búsqueda por todo el reino mágico. Durante su aventura, Tomás y sus amigos se encontraron con diversos desafíos.
Tuvieron que cruzar un puente tambaleante sobre un río furioso, escalar una montaña empinada y sortear trampas ingeniosas para llegar al lugar donde el tesoro debería ser devuelto.
Finalmente, después de superar todos los obstáculos, encontraron al dueño del tesoro perdido: era un anciano sabio llamado Don Santiago. El anciano estaba tan agradecido por haber recuperado su tesoro que decidió recompensar a Tomás y sus amigos con una bolsa llena de monedas de oro.
Tomás fue muy generoso y compartió su recompensa con las haditas y sus amigos animales. Juntos decidieron usar el dinero para ayudar a las personas más necesitadas en su pueblo.
Cuando Tomás regresó a casa, llevaba consigo la valiosa lección aprendida en ese mundo mágico: siempre es importante ayudar a los demás, sin importar cuánto tengamos. Desde ese día, Tomás se convirtió en un ejemplo para todos en el pueblo, demostrando que la bondad puede marcar la diferencia en cualquier parte del mundo.
Y así termina nuestra historia de Tomás, el niño bueno que descubrió un mundo mágico detrás de una puerta.
Recuerda siempre seguir tus sueños y ser amable con los demás, porque nunca sabes qué sorpresas te esperan detrás de cada puerta que abres.
FIN.