El tesoro de Tomás



Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba llamar la atención de su mamá en todo momento.

Siempre que hacía algo nuevo o interesante, gritaba con emoción: "¡Mamá, mira, mirame!"Un día, mientras jugaba en el parque, Tomás vio a un grupo de niños practicando malabares y saltando la cuerda. Se acercó emocionado y les pidió unirse a ellos. Los niños lo miraron con cierta duda, pero accedieron a enseñarle.

Tomás intentó hacer malabares con unas pelotas y saltar la cuerda al mismo tiempo, pero le resultaba difícil coordinar los movimientos. Los otros niños se rieron un poco y uno de ellos dijo: "No te preocupes si no puedes hacerlo.

No todos somos buenos en lo mismo". Tomás se sintió avergonzado y decidió regresar junto a su mamá. Cuando llegó corriendo hacia ella exclamando: "Mamá, ¿me viste?", ella respondió cariñosamente: "Sí hijo, te vi.

Pero más importante es que tú te veas a ti mismo". Confundido por la respuesta de su mamá, Tomás preguntó: "¿Qué quieres decir?".

Su mamá sonrió y le explicó: "A veces buscamos que los demás nos reconozcan por nuestras habilidades externas, pero lo más valioso es conocernos a nosotros mismos y descubrir nuestras propias fortalezas". Tomás reflexionó sobre las palabras de su mamá mientras caminaban juntos hacia casa.

Al llegar, se sentó en su habitación y comenzó a pensar en todas las cosas que disfrutaba hacer sin importar si los demás lo veían o no. Al día siguiente, Tomás volvió al parque decidido a disfrutar cada momento sin depender de las miradas externas.

Se acercó nuevamente al grupo de niños e intentó hacer malabares y saltar la cuerda con alegría y determinación. Esta vez, aunque no lograra hacerlo perfectamente como los demás niños, se sentía feliz consigo mismo porque estaba siendo fiel a sus propias habilidades y fortalezas.

Al final del día, cuando regresó a casa junto a su mamá con una sonrisa en el rostro; él sabía que había aprendido una gran lección: la verdadera magia reside en conocerse a sí mismo y valorarse tal como uno es.

Y así fue como Tomás comprendió que no necesitaba buscar la validación externa para sentirse especial; porque lo más importante era creer en sí mismo y brillar desde adentro hacia afuera.

FIN.

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