El tesoro de Villa Hermanos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Hermanos, cuatro hermanos llamados Jaime, Mario, Pablo y Miguel. Eran inseparables, compartían risas, travesuras y aventuras juntos.
Pero como en todas las familias, a veces tenían sus diferencias y discutían. Un día, una pelea entre ellos se salió de control. Jaime gritó: "¡Estoy harto de ustedes! Me voy a vivir solo". Mario respondió molesto: "¡Perfecto! Así no tendré que soportar tus regaños".
Pablo agregó con enojo: "¡Yo también me largo! No necesito a nadie que me critique todo el tiempo". Y Miguel, el más callado de los cuatro, simplemente se marchó sin decir una palabra.
Los días pasaron y la casa donde solían reír juntos se llenó de silencio y tristeza. Cada uno siguió su camino, pero algo dentro de ellos no estaba bien. A pesar de sus diferencias, echaban mucho de menos la compañía de sus hermanos.
Una noche estrellada, mientras miraban al cielo desde lugares diferentes, recordaron los momentos felices que compartieron juntos. Se dieron cuenta de que la familia era su mayor tesoro y que debían dejar atrás las peleas para volver a estar unidos.
Al día siguiente, decidieron darse una nueva oportunidad. Jaime buscó a Mario por todo el pueblo hasta encontrarlo frente al lago. Con voz sincera le dijo: "-Mario, sé que soy un poco mandón a veces, pero te extraño hermano.
" Mario lo miró sorprendido y conmovido respondió: "-Yo también te extraño Jaime. Perdón por ser tan terco. "Mientras tanto Pablo buscaba a Miguel por los campos verdes donde solían jugar de niños.
Al encontrarlo sentado bajo un árbol le dijo con humildad: "-Miguel, sé que mis críticas te lastimaron. Perdón si fui duro contigo. " Miguel levantó la mirada con lágrimas en los ojos y abrazó a su hermano diciendo: "-Yo también siento mucho tu falta Pablo.
"Finalmente los cuatro hermanos se reunieron en la plaza del pueblo. Se abrazaron con fuerza y dejaron atrás las peleas del pasado. Comprendieron que las diferencias eran normales en cualquier familia pero lo importante era el amor que se tenían.
Desde ese día volvieron a ser inseparables; aprendieron a valorarse mutuamente y a disfrutar cada momento juntos como el mayor tesoro que tenían: su familia.
FIN.