El Tesoro del Amor Fraternal
Había una vez una familia muy feliz que vivía en una casa llena de amor y alegría. En esta familia, había un hermano mayor llamado Lucas, quien era muy inteligente y siempre se destacaba en todo lo que hacía.
Sus papás estaban muy orgullosos de él y lo apoyaban en cada paso que daba. Un día, algo maravilloso sucedió: llegó a la casa un nuevo integrante, su hermanito menor llamado Tomás.
Todos estaban emocionados con la llegada del nuevo bebé y le dieron la bienvenida con los brazos abiertos. Lucas también estaba contento por tener un hermanito, pero a veces sentía celos porque antes él era el centro de atención de sus padres.
Empezó a comportarse mal e ignorar las instrucciones de sus papás. Un día, mientras Lucas jugaba solo en su habitación, escuchó unas risitas provenientes del cuarto de Tomás. Curioso, decidió espiar por debajo de la puerta para ver qué estaba pasando.
Para su sorpresa, vio a sus papás jugando con el pequeño Tomás y riendo juntos. Lucas sintió un nudo en el estómago al ver esa escena tan tierna.
Se dio cuenta de que sus padres amaban a los dos por igual y que no había razón para sentir celos o actuar mal. Decidido a cambiar su actitud, Lucas fue hacia el cuarto donde estaban sus papás y Tomás.
Con lágrimas en los ojos les dijo: "Perdón por haberme portado mal últimamente. Me he dado cuenta de lo importante que es tener un hermanito como Tomás, y estoy dispuesto a cambiar". Sus papás lo abrazaron con ternura y le dijeron que lo amaban mucho.
Le explicaron que no había razón para sentir celos, ya que el amor de ellos era inmenso y podía ser compartido entre todos. A partir de ese día, Lucas se convirtió en el mejor hermano mayor que Tomás podría tener.
Lo cuidaba, jugaba con él y lo ayudaba en todo lo que necesitara. Ambos crecieron juntos como los mejores amigos.
Con el tiempo, Lucas se dio cuenta de que tener un hermanito no solo significaba compartir el amor de sus padres, sino también aprender a ser más generoso, comprensivo y paciente. Aprendió la importancia de trabajar en equipo y a valorar las cosas simples de la vida.
Y así fue como esta historia nos enseña que el amor familiar es infinito y puede multiplicarse sin límites. No importa cuántos hermanitos tengamos, siempre habrá suficiente amor para todos. Solo debemos abrir nuestros corazones y aprender a apreciar cada uno de los regalos que la vida nos brinda. Fin
FIN.