El tesoro del bosque encantado
Había una vez en un lejano bosque, un grupo de animalitos muy curiosos y divertidos. Entre ellos se encontraban Gisela la jirafa, Jorge el jaguar, Juanita la ardilla, Jerónimo el jabalí y Julieta la jirafa.
Todos vivían en armonía y se divertían jugando y explorando juntos. Un día, mientras paseaban por el bosque, escucharon un misterioso sonido que venía del otro lado del río. Era como un suave "ju-ju" que los intrigaba.
Decidieron cruzar el río para descubrir de dónde provenía ese extraño sonido. Al llegar al otro lado, se encontraron con una cueva oscura. Con valentía, decidieron entrar guiados por la curiosidad.
Al adentrarse más y más en la cueva, comenzaron a escuchar risas suaves que decían "ji-ji". Estaban algo asustados pero continuaron avanzando. De repente, apareció ante ellos un ser diminuto y brillante llamado Jorgelina la luciérnaga.
Les explicó que ella era la guardiana de la cueva encantada y que solo aquellos con buen corazón podían encontrarla. Los animalitos se sintieron aliviados al saber que no corrían peligro.
Jorgelina les contó sobre el tesoro escondido en lo más profundo de la cueva: una piedra mágica capaz de conceder deseos a quien posea bondad en su interior. Los animalitos emocionados decidieron emprender juntos esta nueva aventura para encontrar la piedra mágica.
Durante su travesía por la cueva, enfrentaron varios desafíos que pusieron a prueba su ingenio y trabajo en equipo. Juanita utilizó su agilidad para superar obstáculos, Jerónimo usó su fuerza para mover grandes rocas y Gisela alcanzó lugares altos con su largo cuello. Finalmente llegaron al lugar donde se encontraba la piedra mágica resplandeciente.
Uno a uno fueron acercándose a ella y haciendo sus deseos más sinceros: paz en el bosque, alegría para todos los animales y protección eterna para Jorgelina. La piedra mágica brilló intensamente antes de otorgarles sus deseos generosos.
Los animalitos regresaron a casa llenos de felicidad y gratitud por haber vivido esa increíble experiencia juntos.
Desde entonces, cada vez que alguien necesitaba recordar lo importante que es tener un corazón noble y valiente, miraban hacia esa cueva encantada donde brillaba la piedra mágica como símbolo de esperanza e inspiración para todos los habitantes del bosque.
FIN.