El Tesoro del Bosque Encantado



Había una vez en un hermoso bosque, un conejo llamado Rocco. Rocco era un conejo muy curioso, siempre saltando de un lado a otro, explorando cada rincón del bosque. Le encantaba jugar entre las flores y escuchar los susurros de las hojas en el viento. Un día, mientras exploraba, se encontró con un camino que nunca había visto antes.

"¿Adónde llevará este camino?" - se preguntó Rocco, llenándose de emoción. Decidió seguirlo.

Mientras avanzaba, Rocco notó que las flores a su alrededor eran más brillantes y coloridas que nunca. Allí, conoció a una mariposa llamada Luna.

"Hola, conejo. ¿A dónde vas con tanta prisa?" - preguntó Luna.

"Sigo este camino porque tengo una corazonada. Tal vez encuentre algo increíble!" - respondió Rocco.

Luna sonrió y decidió acompañarlo. Juntos siguieron el sendero, y, al poco tiempo, llegaron a un claro mágico lleno de flores que bailaban al ritmo del viento.

"¡Mirá esas flores! Son preciosas!" - exclamó Rocco.

De repente, un brillo llamó su atención. Rocco y Luna se acercaron y descubrieron que el brillo provenía de algo enterrado en el suelo.

"¡Es un cofre!" - gritó Rocco emocionado.

Con un poco de esfuerzo, lograron desenterrarlo. Luna, curiosa, preguntó:

"¿Qué habrá dentro, Rocco?"

Rocco intentó abrirlo, pero estaba cerrado con un candado.

"¿Cómo lo abrimos?" - se preguntó.

Mientras pensaban, un sabio búho llamado Don Rigoberto se posó en una rama cercana.

"¿Qué sucede, pequeños?" - inquirió el búho con su voz profunda.

"Encontramos un cofre cerrado y queremos saber qué hay dentro" - explicó Rocco.

"Para abrirlo, deben resolver el acertijo que lo protege. Escuchen bien..." - dijo Don Rigoberto, y comenzó a contar:

"En el bosque crecí, y de muchos colores me vestí. En primavera triunfo y en verano reluzco, ¿qué soy yo?"

Rocco y Luna miraron a su alrededor, pensando. Finalmente, Luna exclamó:

"¡Las flores!"

"¡Exacto!" - confirmó Don Rigoberto. "Pero deben recordar que no solo son bellas, sino que también necesitan agua y sol para crecer. Si las cuidan, florecerán cada temporada. Ahora, intenten abrir el cofre."

Rocco, emocionado, luego de decir la respuesta, intentó abrir el cofre nuevamente, y para su sorpresa... ¡se abrió! Al abrirlo, encontraron no oro ni joyas, sino semillas de flores de todas formas y colores.

"¿Pero esto es un tesoro?" - preguntó Rocco, confundido.

Don Rigoberto sonrió.

"Sí, pequeños. Estas semillas son un tesoro. Si las cultivan, llenarán el bosque de belleza y vida. Y así, el bosque seguirá siendo un hogar feliz para todos."

Rocco y Luna se miraron emocionados.

"¡Vamos a plantar estas semillas!" - dijo Rocco entusiasmado.

Así que el conejo y la mariposa, junto con Don Rigoberto, comenzaron a plantar las semillas en el claro. Pasaron semanas cuidando las plantitas. Regañaban, les daban sombra y se aseguraban de que recibieran sol.

Con el tiempo, el claro se transformó en un lugar aún más hermoso, lleno de colores y fragancias. Rocco y Luna no solo habían encontrado un tesoro, sino que habían creado un lugar mágico que todos los habitantes del bosque podían disfrutar.

"Este es el mejor tesoro de todos!" - dijo Rocco mientras miraba su creación.

Luna asintió feliz,

"Sí, y así, el bosque será siempre un lugar mágico para todos, gracias a nuestras acciones."

Y desde ese día, el bosque floreció cada primavera, recordándoles a todos que la verdadera riqueza se encuentra en cuidar y compartir la belleza con los demás. Y así, Rocco y Luna vivieron muchas aventuras más, siempre recordando el tesoro que habían creado juntos.

Fin.

FIN.

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