El Tesoro del Bosque Encantado



En un rincón del mundo, había un bosque encantado que estaba lleno de misterios y maravillas. En este bosque, vivían brujas con corazones bondadosos y criaturas mágicas. Un día, un grupo de niños aventureros decidió hacer una expedición para encontrar un antiguo tesoro perdido, que, según cuentan las leyendas, traía felicidad a quien lo encontrara.

Los niños, llamados Tomi, Lía, Lucas y Sofi, se encontraron en la entrada del bosque con un viejo mapa que había estado guardado en la biblioteca del pueblo durante años.

"Miren este mapa, está lleno de dibujos extraños y marcas", dijo Tomi emocionado.

"¡Espera!", interrumpió Lía, "¿qué es esto de los obstáculos? Mira, dice que debemos tener cuidado con las brujas...".

"No te preocupes, Lía. He oído que algunas brujas son amables", explicó Lucas.

"Sí, además podemos guiarnos por la brújula», añadió Sofi, mostrándola con orgullo.

Los niños comenzaron su aventura recorriendo caminos cubiertos de flores brillantes y árboles que parecían susurrar secretos. Pronto, llegaron al primer obstáculo: un río de aguas cristalinas que corría rápidamente.

"¡Vamos a usar la brújula para encontrar un lugar por donde pasar!", sugirió Sofi, mientras giraba la brújula en sus manos.

"Miren allí, hay unas piedras grandes que parecen formar un puente", dijo Lucas.

Con cuidado, los niños cruzaron las piedras, ayudándose mutuamente a no resbalar. Al llegar al otro lado, se sintieron orgullosos de haber superado juntos el primer obstáculo. Pero pronto se encontraron con un segundo desafío: un claro donde se encontraba una bruja.

La bruja, de cabello plateado y ojos curiosos, los miraba con sorpresa.

"¿Será que vienen en busca del tesoro perdido?", preguntó la bruja.

"Sí, señora bruja, pero tenemos que superar varios obstáculos", respondió Lía, un poco nerviosa.

"¿Puedo ayudarlos?", ofreció la bruja sonriendo.

"¿En serio?" preguntó Tomi.

"Sí, pero a cambio deben prometerme que siempre compartirán la alegría", dijo la bruja.

Los niños rápidamente aceptaron y la bruja les dio un encantamiento que los protegería en los siguientes desafíos. Agradecidos, continuaron su camino. Al poco tiempo, se encontraron con un oscuro laberinto de arbustos espinosos.

"¡Es un laberinto! No sé cómo saldremos de aquí!", gritó Sofi, asustada.

"Tranquilos, el mapa dice que siempre debemos girar a la derecha", recordó Lucas.

Siguiendo las instrucciones del mapa y combinando su valentía con la magia de la bruja, los niños lograron atravesar el laberinto. Finalmente, llegaron a un claro iluminado, donde, ¡oh sorpresa! , encontraron el tesoro. Era un viejo cofre cubierto de polvo, pero lleno de brillantes joyas y monedas de oro.

"¡Lo conseguimos!", exclamaron todos juntos.

"¡Qué alegría!", añadió Lía, y luego recordó la promesa hecha a la bruja.

"Debemos compartirlo con todos en el pueblo", sugirió Lía.

"¡Sí!", gritaron los demás, mientras los corazones se llenaban de felicidad.

Al volver, decidieron organizar una gran fiesta en el pueblo, compartiendo no solo el tesoro, sino también las historias de su aventura y enseñando a otros sobre la importancia de la amistad y la solidaridad. El bosque encantado siempre tendría un lugar especial en sus corazones, y jamás olvidarían la lección que aprendieron de la bruja: compartir la alegría hace que se multiplique.

Y así, en el corazón del bosque encantado, los niños descubrieron que el verdadero tesoro no eran las riquezas materiales, sino los lazos de amistad y la bondad que podían compartir con el mundo.

FIN.

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